La Iglesia Católica ha prestado de nuevo su potente voz para que el ciudadano ordinario exprese por su digna intervención puntuales anhelos y reclamos para un periodo histórico tan trascendente como el que corresponde a la campana electoral y las votaciones del 20 de mayo, evento cívico que marca medio siglo de elecciones consecutivas celebradas en el marco formal de la democracia.
El mensaje de la Conferencia del Episcopado Dominicano con motivo de la Independencia Nacional ha sido oportuno, severo y dirigido principalmente a gobernantes y clase política, a los que ha reclamado cumplir con el deber y la obligación de ayudar a consolidar el espacio democrático.
Los obispos han interpretado fielmente a la colectividad nacional al reclamar la aprobación de una ley que sirva de valladar al uso de recursos ilícitos para el financiamiento de la campana electoral, como también ha sido recogida del ánimo popular la censura a la excesiva suma de dinero que entes corporativos acostumbran a entregar a los candidatos para tenerlos de su parte.
Razones de sobra tiene la Conferencia del Episcopado al definir como prolongada irresponsabilidad el período de diez años que lleva en el Congreso el Proyecto de Ley de Partidos Políticos, pieza vital para la consolidación de la institucionalidad democrática.
La ciudadanía debe acoger sin reparos el llamado de la Iglesia a participar masivamente en las elecciones presidenciales de mayo porque todo buen dominicano está llamado a participar de manera activa en la escogencia de las autoridades que han de tomar las riendas de la nación el 16 de agosto.
A la Junta Central Electoral (JCE) le cabe, como han reclamado los obispos, disipar toda clase de dudas en torno al próximo torneo comicial a base de integridad, transparencia, eficiencia, eficacia y responsabilidad, que serían pruebas inequívocas de su total confiabilidad.
La Carta Pastoral que emite la Iglesia con motivo del aniversario de la Independencia, tiene un valor inestimable porque aborda un tema de trascendente importancia para el presente y futuro de la nación, como sin duda lo es el proceso electoral y las elecciones que se realizarán dentro de poco más de tres meses.
Al acoger en todo su valor y extensión la reflexión de los obispos, lo que procede es reclamar a los diversos actores nacionales que hagan suyo el planteamiento de la Iglesia en torno a la campana electoral y los comicios de mayo, porque sus denuncias, reclamos y sugerencias reflejan el sentir de la sociedad dominicana.

