La publicidad política en campaña electoral resulta decisiva y cualquier escena mediática vista como intrascendente puede resultar clave en el tiempo de un candidato. Para el PRSC se hizo habitual desde 1986 presentarle al electorado las figuras simpáticas y campechanas de don Chencho y Bartolo, cuyos diálogos y sugerencias en un lenguaje saleroso y sencillo basaban sus esperanzas y las del pueblo dominicano en la figura de Joaquín Balaguer.
Un presidente todo un “Doctor de Estado” por lo experimentado que llegó y se consolidó en el poder, logrando hacer una obra infraestructural inconmensurable a nivel nacional, y esto permitió construir una atmósfera de creciente inquietud para el elector con inclinación perredeísta pues ponía en el escenario a don Chencho, que cuando alguien de la comarca le preguntaba: “quién hizo esta obra?, ¡oh, Balaguer!, como una forma de expresar lo omnipresente que eran las realizaciones ante la sequía, la aridez en las del PRD gobernando el país durante ocho años.
Se utilizó el urbanismo y las grandes construcciones nacionales como un medio de transmitir mensajes de confianza a los ciudadanos. Hoy parece estar presente la solución imaginativa con lo que la publicidad política impactó al elector en aquellos tiempos: volverá al escenario del 2024 el sustrato básico para la reelección que es presentar la obra realizada, no la que se piensa realizar?.
No basta el gobierno presencial o coloquial, o la cercanía, es necesario lo que delata fragilidad o fortaleza: su obra, no la continuación de la del PLD porque el cambio suponía algo nuevo.
El PRM ha ido bandeando esa realidad como si no le incumbiera, y dirán: todo esto es historia, pero pienso que urge recordarlo.
Y que conste, al Gobierno no se le puede reprochar escándalo de proporciones, y a merced de una crisis durísima que aún con serias dudas de gestión, se han adoptado decisiones difíciles como valientes. Pero sus resultados siguen siendo apelables.