Recientemente un hijo de San Cristóbal, tierra de valientes, ha ofrecido al país un palpitante ejemplo de arrojo, coraje y determinismo que ya es parte de nuestros valores civilistas.
Daurin Muñoz, miembro de la Policía Nacional, cansado de vivir y contemplar injusticias y desdenes, proclamó al país la verdad que es pedestal de la historia.
Mostrando su inconformidad y la de muchos de sus compañeros de labores, Daurin narra hechos que cercanos a 50 años vienen sucediendo a la vista de 10 millones de dominicanos. Con calma y paciencia puntualiza, cual calvario inmerecido, aspectos dolorosos sobre el salario de miembros de la Policía Nacional, agregando nosotros también de las Fuerzas Armadas, de los esforzados empleados de la administración pública, jubilados y pensionados del Estado y diversas instituciones.
50 años percibiendo sueldos de hambre, miseria y espantos. Lo que ha hecho el joven graduado en comunicación social (periodismo) de la destacada Universidad Dominicana O y M, es proclamar la verdad, infinito postulado, producto de vivencias padecidas en miles de sus compañeros de luchas e infortunios y él anhela que la misma sea bien asimilada, resuelta y finalice ya.
Que el hambre de los que perciben sueldos avergonzantes, no continúe por los estratos y rincones de las instituciones Nacionales. ¡Basta Ya!
Cuidado, mucho cuidado que el pueblo dominicano en su mayoría es solidario con sus inquietudes. Creemos muy conveniente que dicho miembro policial, y para que no sufra venganzas, sea trasladado a la Fiscalía del Distrito Nacional, donde prestaba servicios o a una de sus entidades que durante largos años vienen luchando y luchando por el cumplimiento de la real vigencia de los Derechos Humanos, donde podrá continuar estudiando y sirviendo a causas nobles a sus semejantes y a la patria de todos.
No puedo pensar que a Daurin le suceda lo ocurrido en pasados gobiernos, cuando un ex alto funcionario usaba muchachas y señoras casadas y se ordenaba su traslado todos los jueves de pueblo en pueblo. Como la llave de cualquier inquietud o éxito en la vida, es el conocimiento de valar de las cosas.
El valor no se falsifica, es una verdad que escapa de la hipocresía, escribió Napoleón Bonaparte. Voltaire dijo: “El verdadero valor consiste en saber sufrir”. Y Nischet refiere: “Ten audacia y fe en ti mismo.
¡San Cristóbal ha sido y será siempre tierra de valientes! Este joven con su actitud no ha ofendido al Gobierno ni al presidente ni tampoco a la Policía, ni a nadie. Fue su denuncia expresión y grito de dolor, desesperación, impotencia y angustia.