Opinión

Cargar el muerto

Cargar  el muerto

Que represente apenas un 0,18% de los activos del sistema financiero, prácticamente nada, no deja de sonar la alarma sobre la intervención del Banco Peravia. Sobre todo por las muchas interrogantes que se ciernen en torno a los propietarios, dos venezolanos sin trayectoria en la banca, y el historial de dificultades con que operaba la entidad. Pero a la crisis, en lugar de cortar por lo sano, se le comenzó a dar largas, sabrá Dios por cuáles causas o propósitos, hasta que estalló el escándalo que durante unos días se convirtió en la noticia del momento y que ha salpicado, como señala el analista financiero Alejandro Fernández, la credibilidad de las autoridades frente a la opinión pública.

La responsabilidad y honradez que han caracterizado la trayectoria pública y privada del antiguo superintendente de Bancos, Rafael Camilo, es una de las incógnitas. Antes que encarar las dificultades del Peravia prácticamente se la legó a su sucesor en el cargo, quien no ha tenido más opciones que actuar con la firmeza que se requería después de percatarse que no había más alternativas. Pero tampoco es todo. A pesar de que se habían presentado varias querellas, la Fiscalía del Distrito Nacional tampoco procedió contra el presidente y vicepresidente de la entidad, José Luis Santoro y Gabriel Arturo Jiménez Aray, a quienes después del palo y de tomar la de Villadiego se escarban sus bienes por todos los lugares y hasta en las residencias de supuestas novias.

Un accionista del banco, el también venezolano Luis Rafael Ríos Virlo, a quien al parecer tumbaron con 2,500,000 dólares, denunció, al depositar una querella, que Santoro y Jiménez Aray utilizaban miembros de las fuerza pública para amedrentar a los reclamantes con fabricarles expedientes, y si eran extranjeros, como su caso, con hacerlos deportar del país. El inversionista atribuye a los ejecutivos del frustrado secuestro de que habría sido víctima a la salida del hotel Holiday Inn, de la avenida Abraham Lincoln. Aunque dijo que dio parte a las autoridades, la acción judicial no prosperó.

Un análisis sobre la situación del banco del economista Alejandro Fernández refuerza las sospechas sobre la permisividad de que gozaba la entidad. Señala que por sus altos niveles de morosidad, baja rentabilidad y estrecha solvencia el Peravia ha sido preocupación de las autoridades desde hace tiempo. Agrega que “fue en los estados financieros de 2013 (con una opinión “limpia”, o sin salvedad de auditores), cuando se hizo más evidente la situación de estrés”. “Incluso vi”, añadió, “que desde abril 2014 no se publica su índice de solvencia (del banco), probablemente por su incumplimiento”.

Por suerte que el 80% de los depósitos está garantizados, según ha anunciado el superintendente Luis Armando Asunción, quien por el poco tiempo en el cargo no debería tener velas en ese entierro, pero que le ha tocado cargar con el muerto.

El Nacional

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