Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

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Hacerse el loco…

Con alguna frecuencia los seres humanos de forma consciente o no adoptan actitudes para tratar de salir airosos de situaciones embarazosas y, que en la apreciación popular, son calificadas con esta expresión: “fulano se está haciendo el loco”…

Mucha gente entendiendo perfectamente lo que dice su interlocutor responde: “yo no le entiendo”. Esta salida suele ser una estrategia consciente para ganar tiempo y estructurar una respuesta favorable.

La negación reforzada se da así: “ah no… yo no sé no”… Los niños y las personas con tendencia al humor asumen esta respuesta como un chiste o como mera salida orgullosa.

El lucir despistado: “no me doy cuenta”, puede ser una respuesta ante la pregunta que el otro formula en procura de orientación.

A veces una persona es sorprendida con “la mano en la masa” y al ser acusado del hecho responde: “¿quién… yo?”…

Un chico que es sorprendido en la sala de la casa de su novia con la mano colocada en lugares muy íntimos de la consorte comienza a pitar o a mirar hacia el techo tratando de despistar a los testigos que le han sorprendido en un hecho que se valora como irrespetuoso.

Otra forma de hacerse el sueco es un cambio brusco del tema de conversación, cuando el hábil interlocutor entiende que se le lleva por un camino no conveniente en el diálogo.

Una salida chistosa puede ser la respuesta a una reprimenda o a un insulto del otro y en medio de una carcajada exclamar: ¡pero eso me hace morir de la risa ¡Ja, ja, ja!

Muchas personas cuando han sido sorprendidas “in fraganti” en un hecho repudiableresponden con una gaguera especial diciendo por ejemplo: “me estoy poniendo malo, búsquenme a un médico urgentemente”…

La cultura ha tomado por la vía del chiste a la locura como sinónimo de despiste, vivir fuera de la realidad o, como incoherencia en el hacer y en el decir.

No siempre que una gente hace el ridículo está actuando con premeditación e irresponsabilidad, sino que por mecanismos no conscientes nos hacen regresar a etapas ya superadas y es entonces cuando el entorno opina: “¿Te diste cuenta?, fulano actuó como un niño”…

Resultan impactantes las formas de reaccionar de algunas personas frente a un cobrador compulsivo que reclama, maletín en mano, el pago de una deuda muy añeja, y conste que arrancan lágrimas ante el más frío de los requerientes y no es que se están haciendo…

Todos conocemos de las locuras de un hombre febrilmente enamorado de una dama que no le corresponde o lo rechaza, se le ha visto escenificar los actos más disparatados que humano alguno pueda imaginar.

El exceso en la ingesta de alcohol, un golpe fuerte en la cabeza como resultado de un accidente o de una riña, hacen que el afectado descontrole esfínteres urinarios, hable disparates o camine tambaleante y, en este caso, no estamos frente a una simulación sino ante un trastorno transitorio de conducta que los demás valoran como un ataque de locura.

De todos modos hay que tener mucho cuidado pues hacerse el loco suele ser un mecanismo de defensa quizás no bien estudiado por sociólogos y antropólogos y afirmo que hay gente que ha hecho de “ hacerse el loco” toda una forma de vida, que al parecer, a muchos, les ha dado buenos resultados…

El Nacional

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