Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

 

 

¿Qué es lo que pasa?

Recuerdo que en los años 50 en mi natal San Pedro de Macorís, en la barriada siempre teníamos a un señor mayor al que todos los muchachos le conferíamos autoridad. Es más, a eso de las 10 de la noche este personaje podía presentarse a la esquina y “mandar a acostar a todo el mundo” y nadie se atrevía a chistar.

Eran épocas en que los vecinos “corregían” a los hijos de los otros, es más, el compadre estaba autorizado a poner castigos a sus ahijados en casos especiales con la aprobación de los padres.

El sector se convertía en una red solidaria de control social en donde ladrones y agresores potenciales se mantenían a raya.

Viene a mi memoria que el “pasarse platos de comidas” constituía una emoción tal para los infantes que “dejaban el manjar de su casa por comerse el del vecino”…

Aunque estábamos asistiendo a la parte final de una larga tiranía y a una suerte de apertura democrática, aún la escuela, sobre todo la llamada pública, jugaba un papel regulador de las conductas.

La supervisión de la higiene personal de los chicos; la adecuada entonación de los himnos a los símbolos patrios y la siempre bien ganada fama de los profesores de las áreas deportivas, constituía un cierto orgullo en todo el territorio nacional.

Recuerdo a un señor que se ufanaba de su pobreza de solemnidad. El le dejaba un rato a sus hijos la boca embadurnada de crema de auyama advirtiéndoles que si les preguntaba qué habían comido le respondieran: “yema de huevo criollo”….

Vivimos en un mundo frío, insolidario, consumista y materialista.

Nos estamos acostumbrando a no sentir, somos frías máquinas de producir dinero.

Observo que las personas de “buenos sentimientos” que aun quedan, son una mezcla armoniosa de su personalidad de base, del desarrollo e influencia familiar recibida y, de cómo han toreado las adversidades del ambiente para “sobrevivir” siendo un ser humano de calidad…. ante tantas tentaciones y malos ejemplos que a diario nos abaten y nos tientan a delinquir.

Hay de todo en la viña del Señor. He visto sacerdotes y pastores “fríos y calculadores”, pero aun aparece uno que otro humilde campesino iletrado que sus vecinos califican como “un alma de Dios”.

Sé que siempre ha existido el bien y el mal, de acuerdo, pero: creo que lo que estamos viendo como comportamiento humano en este siglo XXI es incomparable.

Desde que Caín mató a su hermano Abel la humanidad se siente impotente ante tanta violencia.

En aquellos años no recuerdo de mi adolescencia haber conocido ni la marihuana ni la cocaína.

Los pueblos estaban sellados contra ciertos “vicios” de ahí que había “zonas de tolerancia” para ciertos comportamientos.

En Macorís del Mar “La Arena” constituyó una segura zona en donde se ejercía la prostitución y las damiselas , “debidamente vacunadas por el régimen”, brindaban sus servicios a los jóvenes que se iniciaban en las estrategias sexuales con cierto aire maternal y sobreprotector.

Padres que me leen: a trabajar en inculcar valores a tus hijos; entérense con quienes se juntan y tengan firmeza y amor. Premien y castiguen.

Los tiempos han cambiado… ¿para mal?…

El Nacional

La Voz de Todos