Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

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César Mella

Pretendiente e infortunio: a las madres dominicanas

Con alguna frecuencia se debate en las oficinas de los orientadores la conflictiva entre una madre que no aprueba a un pretendiente y su hija enamorada de un galán.

Muchas veces la discriminación se pone de manifiesto de forma abierta y la madre aduce que persigue la felicidad y la estabilidad económica de su hija.

En estos días una chica de 18 años conoció a un caballero de 38 y decide llevarlo de visita a su casa.

La madre después de un exhaustivo interrogatorio, en medio de un cafecito, no bien se despidió el caballero, doña Chucha le hizo saber a su hija los siguientes puntos débiles que a su juicio descalificaban al pretendiente:

“Ese hombre te lleva 20 años: el que envejece sin casarse es porque tiene alguna maña”.

“Ese muchacho ha visitado dos veces el Consulado y en sendas oportunidades lo han rechazado”.

“Tiene más de treinta años y no se ha casado, eso es muy raro”.

“Según me dijo doña Germania (que conoce a su familia), él tiene un hijo en la calle”; “tú le has tocado ese tema”?.

“Vive con su mamá y es el único de cuatro hermanos que está varado como un quicio en el lar de origen”.

“Ese tipo de apellido, o es de pobres o es de negros”.

“Prepárate para gastar en salón, moño malo no vuelve a bueno”.

“A decir verdad, esas barbas tipo candado o son de gente que está en drogas o es cosa de maricones”.

“Es un peatón, no tiene vehículo de ningún tipo”.

“No tiene tarjetas de créditos”.

“Gana menos de 15 mil pesos en un empleo público”.

“Tiene 10 años en la UASD y no ha presentado la tesis”.

“Yo no te lo quería decir pero: ese tipo no te conviene y no es porque tiene el pelo malo y dentadura postiza”.

Sé que estas cosas se dan en la vida real. Yo he exagerado un poco la historia, pero trato de recoger de forma anecdótica las tantas cosas que he escuchado en mi consulta privada a través de muchos años fungiendo de árbitro-orientador.

Las madres en sus vaticinios difícilmente se equivocan, sobre todo cuando dicen: “La novia del estudiante jamás será la esposa del profesional”.

En la práctica la mujer enamorada es impermeable a los consejos y al sentido común. “Mujer que se asfixia no escucha a nadie”.

Para ella, el pretendiente es un dechado de virtudes y no alcanza a objetivar ningún defecto en él.

Obtener el favor de la madre y de la hija al mismo tiempo es una labor de mercadeo fino, pero los valores han cambiado mucho.

El pretendiente exitoso, debe tener visa, de preferencia residencia.

Exhibir dinero de forma espléndida, sin importar mucho su procedencia.

Tener un buen carro, y si es de lujo, mucho mejor.

No es requisito ser bachiller, ni graduado universitario.

El aspirante no tiene el pelo malo, sino alisado.

No lo califican como negro sino que es un morenito lavado.

No es flaco, sino delgado. No es gordo, sino esbelto.

A los evaluadores de pretendientes en época de desvalorización,

quiero advertirles, que aun están a tiempo de cambiar belleza por integridad.

El Nacional

La Voz de Todos