Opinión

¿Orgullo dominicano?

¿Orgullo dominicano?

Para la Revolución de Abril de 1965 el suscrito era un niño, pero sentí orgullo de ser dominicano, porque muchos valientes civiles y militares, que abogaban por el retorno a la constitucionalidad, interrumpida con el golpe de Estado al profesor Juan Bosch, empuñaron las armas para enfrentar a la potencia más grande del mundo.

Soy amante de los deportes. Siento orgullo de la cantidad y la calidad de los peloteros dominicanos en Grandes Ligas. También suelo enterarme de la participación de los tres dominicanos que tenemos en la NBA. Y cuando hay juegos olímpicos, panamericanos o centroamericanos doy seguimiento a nuestros muchachos, sobre todo mediante las transmisiones televisivas, que, a veces, producen mucha tensión.

Hay sobradas razones para sentir orgullo de las hazañas mundiales alcanzadas en campo y pista. De igual manera, la selección femenina de voleibol eleva por las nubes el nombre de República Dominicana, al colocarse entre las primeras del mundo, por encima de equipos de países que son verdaderas potencias económicas.

Algunos de nuestros artistas, de igual forma, nos hacen sentir orgullosos. Y, en el plano cultural, ciertas obras del profesor Bosch han traspasado la frontera dominicana, traducidas en varios idiomas y logrando reconocimiento internacional. El modisto Oscar de la Renta, fallecido hace poco, también fue orgullo dominicano.

Podría obviar algún otro aspecto, pero aparte de lo deportivo y lo artístico no hay mucho motivo para sentir orgullo. ¿Orgullo de qué? Es lo contrario. Hay múltiples razones para sentirnos avergonzados, como son la corrupción pública y la impunidad, la falta de institucionalidad (¡ay las altas cortes!), el transporte, la falta de seguridad ciudadana, el deficiente servicio eléctrico, el analfabetismo, el desempleo, la pobreza…

Esos males sociales más las violaciones de derechos humanos elementales son suficientes motivos para pedir disculpa internacional. Los tollos de sentencias del Tribunal Constitucional no son razones para estar hablando de orgullo dominicano. Hay orgullo que dividen, mientras hay humildad que unen. Me inclino por la última.

 

El Nacional

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