Sumida en una profunda crisis, donde la basura, la falta de servicios, la inseguridad, la contaminación ambiental, violencia, el caos en el transporte, la falta de iluminación en calles y avenidas, etc., la ciudad de Santo Domingo arriba el miércoles 4 de agosto, a su 523 aniversario de fundada.

Iniciada en los años sesenta, la Primada de América, como se le suele llamar a esta metrópolis, fue el receptáculo de una descomunal migración de las zonas rurales, hipertrofiándola y dictando su sentencia hacia la decadencia, sumándose a esto la indiferencia de las autoridades y las políticas económicas que empobrecieron a las grandes mayorías.

Las barriadas se multiplicaron como los peces y panes de Cristo, y la anarquía se hizo la tónica dominante, en donde en una zona residencial pueden coexistir bancas de apuestas, drink, prostíbulos, etc., conformándose un verdadero pandemonio que imposibilita el sosiego ciudadano y generando violencia. La pestilencia es en gran medida lo que respira la ciudadanía.

Las calles son verdaderos campos de batalla en donde gran cantidad de vehículos que transitan por estas arterias representan la muerte sobre ruedas.

Personajes que todo el mundo reconocía como promotores de autos, ahora resulta que son los que tienen “la solución” al abismal parque vehicular.

Los inmuebles urbanos se mantienen con precios prohibitivos, desatándose una enorme especulación en detrimento de la sufrida clase media que es a la postre la que paga el vía crucis de esta orgía de la barbarie como lo es Santo Domingo.

Por: Elvis Valoy
elvis.valoy@gmail.com