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Academia de Ciencias

Academia de Ciencias

Manuel Fermín

La Academia de Ciencias de República Dominicana se asienta en la credibilidad como toda institución científica, y sus miembros, huelga decirlo, están revestidos del honor y la moral necesarios para garantizar su membresía en bien de su engrandecimiento.

El actual presidente de la Academia incurre en una flagrante desviación de la ética, que socava el carácter científico de la institución cuando con fanatismo desmedido asume una posición política partidista, con criterios propios de la cólera sectaria como pudimos leer en algunos artículos publicados en el periódico Hoy.

Dista mucho del comportamiento de una personalidad que dirija una institución científica y académica en donde se comparte entre alturas de almas y de conciencias como la citada. No soy yo, seguramente el único lector que ha notado este conflicto con los intereses de la Academia, que solo puede solventarse con su renuncia ante tan penoso papel en la representación.

El Presidente es el protector nato de la Academia, el representante legal, y además, dirigir el asesoramiento al Gobierno en los temas de su competencia. Pero, si el Poder Ejecutivo fuera ocupado por quien haya recibido una andanada de críticas y acusaciones de índole partidista del propio presidente de la institución, en qué condición quedaría ese organismo asesor como instancia moral dirigido por una persona que obra contrario a salvaguardar sus objetivos?.

Es estatutario no hacer vida política y ocupar el honroso cargo.

Por tanto, es de suma conveniencia que la Junta Directiva de la Academia de Ciencias, para preservar su identidad, obligue la salida de su Presidente que con su torpe pluma y una crítica grosera y no como debe ser, sereno y equilibrado en su criterio, pretende alardear y erguirse denostando figuras políticas poniendo en entredicho el más legítimo deber académico: lo apolítico de sus reglas básicas.