Oquendo Medina
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Las organizaciones políticas poseen una alta cuota de responsabilidad en lo referente al auge de la corrupción en nuestra sociedad. Ello así porque nunca han puesto el interés necesario a los fines de educar a sus miembros alrededor de la ética y la transparencia.
El PLD cuando Juan Bosch fue la excepción. Se hablaba mucho de educación política y de la necesitad de la moral, de la ética y de la transparencia en el manejo de los fondos públicos. Pero con la muerte de Bosch todo cambió para perjuicio de esa organización y del pueblo. Políticos y funcionarios prefirieron echar a un lado la ética y la moral boschistas.
Los partidos por décadas han olvidado que la Administración Pública requiere de una observación y fiscalización permanentes para así evitar que las prácticas corruptibles acorralen a la ética y a la transparencia.
Siempre ha existido una estrecha relación entre la política y la administración. De hecho, cada vez que llega un nuevo Presidente lo primero que hace es nombrar, mediante a los principales funcionarios que los acompañarán mientras dure su mandado de cuatro años, casi todos provenientes de las filas de su partido.
Algunas organizaciones comprenden que para una mejor gobernanza es de rigor la existencia en dichas organizaciones de secretarías vitales como las de Ética y Transparencia y la de Administración Pública.
