Editorial

Al maestro

Al maestro

Al celebrarse hoy el Día del Maestro, la nación rinde tributo de gratitud y veneración a la gran legión de seres especiales que, convertidos en terceros padres o madres, forman y forjan en las aulas a los hombres y mujeres del mañana, que es lo mismo que decir que coadyuvan a edificar   las vigas que sustentarán a la  sociedad del porvenir.

La vocación magisterial constituye uno de los sacerdocios más cercanos a la divinidad, pues como Jesús de Nazaret, el maestro tiene la responsabilidad de educar a sus alumnos al amparo de  elevados valores cívicos como el amor, valor, solidaridad, humildad, sensibilidad y  cultivo del derecho, la libertad y la razón.

Más de sesenta mil almas abnegadas y bondadosas se  diseminan cada día por  ciudades y campos, valles y montañas para distribuir el pan de la enseñanza a millones de niños y niñas sedientos del saber y ávidos de  avanzar por los senderos del bien hacia  una adultez condigna.

Tan significativa celebración  es propicia  para  reiterar el compromiso de la comunidad educativa nacional (autoridades, maestros, padres o tutores), de aprovechar al máximo los cien mil millones de pesos que  en virtud del cumplimiento del 4% a la educación,  se  consignan este año al sector.

Esos recursos han de estar dirigidos a  construir  miles de aulas,   dotar a las escuelas de pupitres, laboratorios y  demás equipos requeridos, ampliar el desayuno escolar,  disponer  del horario extendido de clases y mejorar sustancialmente el programa de docencia que siempre debería ser impartido en un cien por ciento.

Para poder relanzar  a la educación básica es menester también que el Gobierno garantice salarios adecuados y otras justas reivindicaciones al magisterio, pero también es absolutamente imprescindible iniciar cuanto antes un  profundo y vasto programa de capacitación del maestro, especialmente  en las áreas de matemáticas y lengua española,  sin menoscabo del requerido entrenamiento docente en  la enseñanza de ciencias naturales y sociales.

El dinero por sí mismo no  constituye garantía  de que  la educación dominicana alcanzará algún día los estándares de calidad y penetración  anhelados, porque antes se  requiere de voluntad política de los gobiernos y  de  acendrada vocación magisterial y  compromiso absoluto de adhesión de la familia y la sociedad.

El Nacional participa del regocijo nacional al  festejarse hoy el Día del Maestro, propicia ocasión para felicitar a  quienes  ostentan y ejercen  tan privilegiada vocación  de forjador de hijos, consejeros de padres y carpinteros del porvenir.

El Nacional

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