Editorial

Algo hay que hacer

Algo hay que hacer

Haití ha dispuesto ahora prohibir a partir del 11 de agosto las importaciones de productos plásticos desde República Dominicana, lo que ocasionará pérdidas a la industria local por unos 75 millones de dólares, por lo que la Cancillería ha advertido que denunciaría esa medida  ante la Organización Internacional de Comercio (OMC).

Ya antes el gobierno haitiano prohibió el ingreso por la frontera de pollo y huevo, bajo el falso alegato de que protegía a sus ciudadanos del posible contagio de fiebre aviar, aunque posteriormente admitió la falsedad de esa imputación, pero no revocó la veda.

Las autoridades haitianas aducen que la restricción a las importaciones de plásticos procura proteger su medio ambiente porque tipos de envases contaminan el litoral marítimo caribeño, por lo que sin poder proteger la degradación de sus cuencas pluviales y capa vegetal se pretende ofrecer lección ecológica a su vecino.

Lo prudente sería que industriales dominicanos cumplan con el requerimiento de agregar un aditivo en la elaboración de sus productos plásticos que los convierta en biodegradables en un periodo de seis a cinco años, pero no se tiene noticia de que Puerto Príncipe haya ofrecido plazo prudente para atender ese requerimiento.

Aunque el embajador Fritz Cineas culpa a la prensa por el deterioro en las relaciones comerciales domínico-haitiana, el veterano diplomático debería admitir que desde 2008 el lado haitiano aplica medidas de restricción comercial en perjuicio de su vecino, que violan normativas de la OMC.

La prohibición de las importaciones dominicanas de aves y huevos de mesa constituye a todas luces una medida discriminatoria e injusta, sustentada en falsedades que causan daño a la imagen y reputación internacional del país, al que Haití imputó padecer de la epidemia de fiebre aviar.

La Cancillería dominicana debería asumir un rol más activo en defensa de exportadores nacionales ante evidentes prácticas desleales de comercio  que aplican las autoridades haitianas, que constituyen además inmerecidos agravios que deterioran el necesario clima de buena vecindad.

La persistente política de erigir enorme barrera no arancelaria en la frontera obliga al Gobierno a acudir por ante el arbitraje de la Organización Mundial de Comercio, aun a riesgo de que en ese foro se invoque la condición de Haití de nación menos favorecida y se resalte la infamia de que República Dominicana es el apartheid del Caribe.

El Nacional

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