Editorial Opinión

Algo huele mal

Algo huele mal

La Policía de Haití informó que detuvo a un dominicano miembro de una banda de delincuentes armados que opera en ese país, en tanto que la Policía dominicana anunció la detención de un haitiano jefe de una banda de atracadores que opera en la zona norte. Una extraña coincidencia.

Las autoridades haitianas emitieron un comunicado antier en el que se describe el interrogatorio practicado a Luis Alejandro Ortiz Mieses (Molaï), identificado como dominicano, perteneciente a la banda “Ti Lapli”, quien antes había operado en un grupo dirigido por un tal “Ti Maka”.

La Policía dominicana acusa a Michel Smith, (Timoche o El Compa), de encabezar una banda criminal integrada por haitianos, a quien personalmente se le atribuye la muerte a balazos de un vigilante privado en una estación gasolinera en Estancia del Yaque, municipio Villa Bisonó.

Al grupo de Timoche o Compa se le imputa también penetrar en la sucursal de la Cooperativa CoopBueno, en Dajabón, y cargar con la bóveda de la entidad contentiva de una suma millonaria de dinero, por lo que se procura apresar a otros integrantes de esas bandas.

En términos de exageración, la nota haitiana supera con creces al boletín informativo de la Policía dominicana, al atribuir a Ortiz Mieses la versión de que “legiones de dominicanos forman parte integral de las bandas armadas que actualmente operan en Haití”.

El Gobierno dominicano fue claro al señalar que Molaï es un prófugo de la justicia de este país desde 2013, por su participación en el secuestro de un comerciante.

No es lo mismo informar sobre el desmantelamiento aquí de un grupo de atracadores haitianos, que pretender destacar que “legiones de dominicanos” forman parte de las bandas armadas que controlan parte del territorio de Haití. Algo huele mal.

Los comunicados de las policías haitiana y dominicana se producen en coincidencia con la entrevista del canciller Roberto Álvarez, con Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, a quien expuso la preocupación del país ante el deterioro creciente de la situación de Haití y la escasa acción de la ONU para contribuir con su estabilización.

En una comunidad integrada por miles de inmigrantes, surgen focos delincuenciales como la banda que operaba en la región norte, pero lo que resulta difícil de entender es el afán de autoridades haitianas por mercadear la versión de que “legiones de dominicanos” integran las bandas armadas que asolan a Haití. Algo huele mal.

El Nacional

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