Ya han pasado más de 50 años desde que Stanley Kubrick llevó al cine la obra maestra de Anthony Burguess, ‘’ La naranja mecánica’’. En esa obra maestra de la literatura, Alex simboliza la violencia y la delincuencia social al más alto nivel. Fue tal el impacto de la obra, que el día del estreno de la película, la violencia se apoderó de algunas comunidades que erróneamente imitaron el mal proceder de Álex, protagonista de la obra.

Aunque en algunas ediciones no apareció su último capítulo, el 21, donde Burguess pone en boca de Álex que toda su violencia y sus maldades se debieron a la falta de una esposa y una familia.

Hago esta histórica introducción, porque en la toma de posesión del nuevo director de la Policía Nacional, Ramón Antonio Guzmán Peralta, me gustó sobremanera, que a pesar de manifestar que la institución del orden será dura y que enfrentará la delincuencia sin ningún temor, también reconoció que es imprescindible la formación integral de sus miembros para garantizar que haya una actitud preventiva y no represiva en la entidad policial.

El mayor general Guzmán Peralta está consciente de que la ciudadanía reclama una transformación absoluta y real de esa entidad que está llamada a garantizar la paz en un ambiente de armonía sin dejar de responder a los delincuentes en el terreno que sea necesario. El presidente de la República Luis Abinader, hizo efectiva su promesa de aumentar los sueldos de los agentes de la Policía Nacional y es un hecho que un raso devenga 29,025.07.

La deuda social acumulada en el país, profundiza los problemas de la delincuencia, sumado a lo que los sociólogos llaman: alteraciones de la comunicación familiar. El reto de Guzmán Peralta es grande.

Él tiene la experiencia y carácter para seguir la transformación de esa entidad, mediante la reforma que está en marcha, pero deberá tener un equipo trascendente que no lo haga fracasar, pues a pesar de todo, que se grabe esto el mayor general, Ramón Antonio Guzmán Peralta: en término de comunicación, la verdad nunca será lo que diga la policía, sino lo que perciba la población.

Por; Ramón Rodríguez
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