A pesar de los múltiples incentivos la apertura del año escolar, pautada para el 26 de este mes, representa la misma pesadilla de todos los años, que en el sector público comienza con el traumático proceso de inscripción.
En el privado las quejas son por los costos de uniformes, libros y materiales de enseñanza, cada vez más numerosos.
Los más de 2.6 millones de estudiantes convocados en el sector público gozarán de un bono escolar de mil pesos, además de la merienda, uniformes, útiles, libros y hasta transporte gratuito.
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Con todo lo ponderado que ha sido el programa por la comunidad educativa, el deterioro de planteles, la falta de aulas y las demandas de la ADP suelen prolongar la pesadilla.
El ausentismo, no de los profesores sino de los estudiantes, que caracteriza el primer día de clases es también parte de la tradición. No se tiene conciencia del significado en el proceso de aprendizaje que tiene un día de clase.
Pero si algo ha de esperarse es que se superen sobre la marcha, siempre en el menor tiempo posible, los obstáculos con que comienza el año lectivo. No solo las autoridades deben entenderlo, sino los profesores y la dirección de la ADP.
Es una vergüenza para todos que las evaluaciones internacionales dejen tan mal parada la educación básica en el país. Sería un gran logro si en este año escolar, que comenzó con la capacitación de los profesores, se consigue no solo superar los tradicionales traumas, sino una mejoría en la calidad de la enseñanza.