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Árabes en el país

Árabes en el país

Elvis Valoy

Algunos historiadores establecen que las primeras migraciones árabes llegadas a América procedieron del Líbano. Se cree que en 1870 arribaron a La Vega beduinos, que en una caravana compuesta por tres camellos, externaron su propósito de hacer negocios. Pero la bancarrota los hizo abandonar los animales a su suerte, y los obligó a marcharse del país.

La sociedad avanzó durante la producción azucarera de finales de siglo XIX y principio de siglo XX, provocando grandes transformaciones económicas y sociales. La guerra independentista en Cuba atrajo grandes capitales a la industria del dulce local.

Como si tuvieran una varita mágica para innovarlo todo, los ingenios azucareros se convirtieron en empresas que impusieron valor a la tierra, mano de obra en grandes proporciones, y reformaron todo el comercio subyacente iniciándose en tecnología de punta, como lo confirma Harry Hoetink en su obra El Pueblo Dominicano, en donde registra el hecho de que para el año 1885 se otorgó una patente para convertir en combustible el bagazo de la caña.
La riqueza salía a borbotones durante La Danza de los Millones de la industria azucarera, y ya para 1893 el Ingenio Santa Fe utilizaba un tren para llevar y traer trabajadores, como también el uso de una línea telefónica entre el ingenio y su almacén.

En ese contexto se desarrollan los árabes, que desde un primer momento se inclinaron por el mundo de los negocios. Llamados “turcos” por el dominio del imperio otomano, eran principalmente buhoneros, vendedores de bodega o de carpas, que su manera de comercializar los llevó a granjearse la enemistad de los negociantes criollos que les persiguieron sin permitirles tregua alguna, acusándoseles de incentivar las malas costumbres.

Apellidos como Haché, Khoury, Lama, Yunén, Abinader, Dumit, Fadul, Sued, Nazar, etc., son parte del legado árabe.