Recuerdo cuando se pasaron de la izquierda revolucionaria al Partido de la Liberación Dominicana-PLD, liderado por Bosch.
Algunos/as eran personas destacadas, con tradición patriótica, brillantes trayectorias intelectuales y artísticas, densa formación ético-moral y compromisos con el socialismo.
De sus decisiones de pasar al PLD se podía disentir, pero no impugnarlas por razones morales o traición política. El PLD era entonces una opción ética y políticamente avanzada.
Años después nos sorprendieron cuando aceptaron el abrazo de Balaguer y la mafia balaguerista, que pronto se tornó en mancha indeleble; pese a al intento de justificarlo con el supuesto valor derivado del ascenso de Leonel Fernández y el PLD al Gobierno.
Pasó el tiempo y vino el primer gobierno morado que sentó las bases de la nueva corrupción, del neoliberalismo desnacionalizador, privatizador y empobrecedor; del estado-partido al servicio de lo peor.
Pero nada de eso fue suficiente para aceptar la grave equivocación y proponer la rectificación. Tampoco a una parte le bastó el segundo periodo de Gobierno y a otros/as ni siquiera los cuatro años siguientes. Periodos de degradación acelerada, podredumbre, conversión del Comité Político del PLD en corporación de la corrupción y la impunidad; periodos en los que esos amigos/as participaron a nivel estatal durante once, doce , catorce y quince años corridos, aunque no fuera en el centro generador de la podredumbre.
Comprometidos/as a la vez con las re-postulaciones y reelecciones, participando en los sistemas de privilegios gubernamentales, congresuales y municipales. Aceptando el papel de adornos de un régimen de pestilencias desde el propio PLD o desde partidito sanguijuelas. Corroborando con la funesta Constitución del 2010.
En fin, largo tiempo conviviendo con contratos onerosos, narco-generales y narco-políticos, empresarios inescrupulosos, burguesía transnacional y local rapaz, carteles de la construcción… recibiendo barrilitos, facilidades, privilegios… y callando fechorías colegas y funcionarios. Sin rebeldías significativas, salvo poses y gestos moderadamente progresistas, presionados por el inmenso descrédito de la dictadura institucionalizada.
Hasta que tardíamente decidieron hacer política por otra vía, cerradas las posibilidades de ascenso por la extrema concentración de poderes y recursos. Formando nuevos agrupamientos, separando los propios y ofertando sus candidaturas y micro-partidos a otras entidades del sistema.
De sopetón se transformaron en híper-críticos del régimen autoritario que ayudaron a establecer. Sin mediar auto-crítica, sin reflexiones sobre sus culpas; esgrimiendo una integridad ética y una vocación transformadora antes no desplegada.