Los grandes espíritus proporcionan una guía para encontrar el propio. Los malos para extraviarse. Digo grandes espíritus, no líderes. Líder puede ser hasta la sombra de uno por los intereses personales personificados en ese otro como “falso guía” o propio. De ahí el mercado de ofertas y demandas de guías y líderes. Como vivimos y nos desenvolvemos en esta sociedad los tenemos hasta en la sopa.
Son “guías” porque reducen nuestras preocupaciones de las grandes interrogantes de la vida; son “líderes” porque representan las tres calientes en el futuro inmediato, incluyendo al paraíso.
Un poco de todo más que representan nuestro bienestar casi en su totalidad. “Mientras más duren esos “guías o líderes”, contra viento y marea, mejor y cualquiera que se atreva a ponérsele en el medio, se va de paro. Así estamos, pero para conformarnos un poco, cuando se diagnostican las posibles “enfermedades” de una sociedad, que no son otras que no andarles a tiempo a las cosas a resolver, hay que despachar sus formulitas para no privar a la sociedad d esos “guías o líderes”, y nos acusen de hacer lo que criticamos.
Son los tiempos o el desbarajuste de las creencias (por supuesto que ningún fin de la historia) de nuestra sociedad. Creo que me metí en una camisa de once varas, pero ahí está el planteamiento, con cierta oscuridad.
Para ser juez y parte y un poco de todo. No hay guías ni líderes sanos y el que lo sazona lo sabe, y si pretendo yo no saberlo, imagínese el que lo sigue. ¿Entonces en qué pie estamos parados? ¿En ninguno? Va a depender de por el ojo de la aguja con que se mire.
Los “guías líderes” están al granel. Nada más hay que creérselo, y para creerse así mismo que se es un genio, basta un sueño y ellos pongan los ojos sin fondo.
Estamos iluminados por esas camadas que nos han llevados y llevan como buey al matadero, con ¡Muuu! y todo. Abundan en todos los extractos sociales, son las siete carnes del salcocho, y si aparece otra exótica para el agua hirviendo.
Es posible que con diagnosticarlos no basta, con criticarlos, con emplazarlos por sus hechos, mucho menos. Sus masas de las tres calientes los respaldan en cualquier y a todo terreno.
No creo que Dios nos ampare ni con las siete plagas aquellas, si el afilar la crítica, decir que sí nos importa todo tipo de pensamiento-acción que envuelva parar, meditar detener nuestro estado de sopor. A saber: “guía” es aquel (perdonen el intento de definición) que nos ayuda a encontrar nuestro propio camino y después nos suelta para actuar y pensar por nuestra cuenta.
No nos exige fidelidad eterna ni que les creemos una oración personal para que su salud y larga vida, allá, donde nadie sabe, se mantenga activo.
Con los líderes pasa lo mismo. Todo el que sigue a uno, a varios, lo sabe. ¿Es que nuestra siqui necesita de “protección” para lo que nos conviene? ¿Es en eso que consiste la inteligencia emocional? Con el perdón de otras prácticas rituales, se dice que se le prende un velón al salto para que encuentre el camino cuando uno le solicita un favor material o espiritual, sepa quién es que está pidiendo y no se extravié y se lo de a otro.
Pienso que llegó el momento de pensar, de a verdad, a nuestros “líderes y guías”, por sobre todas las protecciones divinas o humanas, para volverlos más humanos o terminar de divinizarlos de una vez por todas, a la vez que propongo que cada quien se convierta en “guía y líder” de sí mismo, en todos sus actos públicos privados, a ver si terminamos de dejarnos engañar de los “guías y lideres” tradicionales.
Al pensarnos que los somos también, el valor de sus “influencias”, interesada o no, podría terminar con ver y entender mucho más claro, de considerarlos, que sin ellos nuestras vidas carecen de sentido, cosa que no es cierto.
El autor es escritor.