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Balaguer y haitianos

Balaguer y haitianos

Hugo Ysalguez

Después de nuestra independencia en 1844, que algunos llaman separación, los problemas con Haití continuaron hasta el día de hoy, convirtiéndose en un dolor de cabeza permanente. Y actualmente los severos daños que ha causado la inmigración haitiana, fue pronosticada por el ex presidente Joaquín Balaguer, quien vaticinó hace casi un siglo, lo que está ocurriendo ahora mismo. Y parece, que sin aspirar a ser una pitonisa, escribió un artículo en el periódico la Información de Santiago.

Por considerarlo de interés colectivo, publicamos a continuación, fragmentos del texto del mismo, el comienza así: “Hay, para la vida de nuestra entidad republicana, un peligro más grave, que es la vecindad del imperialismo en la expansiva absorción, prodiga en acechanzas del imperialismo anglo- americano.

Es menos alarmante para la salud de la República el soplo imperialista que nos llega de Estados Unidos, que el oleaje arrollador del funesto mar de carbón que ruge, como león encadenado, en el circuito que opone a sus sueños de expansión la inmutabilidad legal de las fronteras. Hasta ahora solo nos ha preocupado el imperialismo anglo-americano.

Pero el imperialismo de Haití, irritante y ridículo, tenaz y pretencioso, conspira con mayor terquedad contra la subsistencia de nuestro edificio nacional, digno, sin duda, de más sólida y firme arquitectura. Haití como manifiestamente lo demuestran sus vinculaciones históricas con la Patria Dominicana, es una nación esencialmente imperialista.

Todos los mandatarios de aquel país vecino han tenido y tienen todavía la obsesión de abatir la República con el acero de sus espadas imperiales. El sueño de la isla una e indivisible es una pesadilla que ha echado hondísimas raíces en el África tenebrosa de la conciencia nacional haitiana. Somos pueblos vecinos pero no pueblos hermanos.

Cien codos por encima de la vecindad geográfica se levantan, en la disparidad de origen y los caracteres resueltamente antinómicos que nos separan en las relaciones en la cultura y en las vindicaciones de la historia.
De ahí que no creamos en la mentirosa confraternidad dominico-haitiana. En el palacio Presidencial de Haití han habitado y habitan los peores enemigos de la viabilidad de nuestro ideal Republicano.

Por eso, la obra de más empeños cívicos, después de la creación de la República, es y será la colonización del litoral fronterizo. Si por algo de pasar Horacio Vásquez con resplandores de inmortalidad al libro de la historia, es por la colonización de las fronteras. Esa es la obra más llamada a dar a nuestra nacionalidad vida imperecedera.

La República está bajo la amenaza de dos imperialismos igualmente malditos: el angloamericano y el haitiano. Contra el primero hay que oponer las ejecutorias ejemplares de su existencia ciudadana absolutamente abyecta sujeta a los postulados y a las normas de una moral política llamada a hacer perdurar en la historia nuestra entidad Republicana.