Termina un período presidencial de cuatro años y una investigación desapasionada llevaría a la conclusión de que, pese a ciertas adversidades internas y externas, el balance resultó positivo en términos económico, social, político e institucional. Basta con el desglose de las variables y el análisis comparativo con el pasado reciente.
Es justo considerar que Luis Abinader inició su gestión en medio de una crisis sanitaria y el aparato productivo nacional paralizado y con la agravante del hallazgo de los más escandalosos actos de corrupción pública que conozca la historia.
El coronavirus se enfrentó en tiempo récord, el país se levantó de las cenizas y vino la recuperación y el crecimiento económico del turismo, las remesas, zonas francas y agropecuaria.
Además, hubo control absoluto de la tasa de cambio, lo que ha impedido un mayor nivel de inflación, como en efecto ocurre en la mayoría de los países del mundo, como consecuencia adicional de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Nuestro Producto Interno Bruto estaría creciendo en 2024 en 5.2, uno de los mayores de la región. El turismo aumentaría en un 12%, en comparación con el año 2023, las remesas llegarían a 10,600 millones de dólares este año, zonas francas ya alcanzan el 67% de las exportaciones, generando 200 mil empleos directos, el sector construcción se incrementa en 12%, la producción agropecuaria un 7% y las exportaciones en sentido general se disparan en un 23% durante el cuatrienio, estrechando déficit en balanza comercial.
El déficit fiscal es un problema heredado del PLD, pero se ha reducido de 3.8 a 3.1 del PIB, con la posibilidad de solución total con la reforma planteada por el Poder Ejecutivo.
Es oportuno señalar que todos los organismos internacionales, que estudian transparencia pública de los países, confirman el avance de la República Dominicana en la administración de los recursos estatales.
Dado el clima de democracia política de nuestro país y la garantía de seguridad jurídica, cada día crece la posibilidad de nuevas inversiones de empresarios nacionales y extranjeros, lo que generaría empleos que contribuyen al combate de la pobreza social.
La República Dominicana es uno de los países del continente de menor desigualdad económica y social, posicionándose, inclusive, por encima de Uruguay y Chile. Con la modificación de las leyes de seguridad social y laboral, las cuales están en carpeta, se espera que la brecha de desigualdad social sea cada menor.
Durante el cuatrienio se han construido obras de infraestructura en todo el país. Han mejorado los servicios de energía, así como de salud y educación públicas, aunque en menor medida. Se espera mejoría en servicios de viviendas económicas, transporte público y otros.
El gran reto de las presentes autoridades, reelectas el pasado 19 de mayo, es el problema de la inseguridad ciudadana, principal de todos conforme a los estudios de opinión.
Cabe destacar el avance institucional que ha registrado el país en cuatro años. Por primera vez contamos con un verdadero Ministerio Público independiente, que contribuye con el progreso del Poder Judicial, una Junta Central Electoral con jueces competentes, adornados de cualidades éticas y que guardan distancia de los partidos políticos.