En la misa en la catedral de Gonaives con que se conmemoraba el 218 aniversario de la independencia de Haití, el 1 de enero, se registró una balacera que el primer ministro Ariel Henry calificó como un atentado en su contra.

La agresión protagonizada por una de las pandillas que controlan el territorio dejó un muerto y dos heridos. En una nación que se hunde cada vez más en la inseguridad, dos periodistas han caído víctimas de la ola de violencia que se esparce por el territorio.

Con el asesinato de Wilguens Loissaint y John Wesley Amady las pandillas redoblan el desafío tanto a las autoridades como a la comunidad internacional. Los periodistas fueron abatidos en la zona de Boule 12, a las afueras de Puerto Príncipe, cuando cumplían con la misión de informar a la población.

Si el propio gobernante dice que fue víctima de un atentado, entonces no se le puede pedir lo que no tiene para combatir a pandillas que en 2021 causaron unas 900 muertes, entre las que figuran 53 policías. Durante el período realizaron unos 1,002 secuestros, incluyendo a 81 extranjeros de seis países. Es obvio que el clima social y político de Haití va de mal en peor.