Es posible que Estados Unidos haya salvado la democracia en Guatemala al evitar que se impidiera la participación y se desconociera la victoria electoral del presidente Bernardo Arévalo.
El Poder Judicial y otros sectores vinculados al expresidente Alejandro Giammattei desplegaron todos sus recursos para cerrar el paso a Arévalo por temor a su discurso contra la corrupción.
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Es entendible que si Washington no hubiera intervenido, Arévalo no fuera hoy presidente de Guatemala. Lo que no se entiende es la afirmación del presidente estadounidense Joe Biden en el sentido de que su Gobierno evitó el colapso de Haití. Pero el vecino país, desde el asesinato en julio de 2021 del presidente Jovenel Moïse, ha sido víctima de la inestabilidad, inseguridad ciudadana e ingobernabilidad.
La violencia protagonizada por pandillas y la consecuente crisis económica y sanitaria se han instalado en la nación sin la menor señal de superación. Si hay algún detalle que se desconoce, el mandatario estadounidense tendría que explicarlo, porque lo que hasta ahora se percibe es que su país ha abandonado a su suerte a la empobrecida e inestable vecina república.