Editorial

Buen paso

Buen paso

El traspaso de mil 500 miembros de las Fuerzas Armadas a la Policía y a la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), incluidos oficiales y alistados, constituye una iniciativa puntal y efectiva que ayuda a relanzar el programa de prevención y combate contra la delincuencia y criminalidad.

Aunque lo deseable sería que los efectivos policiales de la Policía y de la agencia antidroga sean egresados de la Academia Policial  que opera en Hatillo, San Cristóbal,  constituye un contrasentido que los campamentos militares estén repletos de personal ocioso, mientras  la institución del orden requiere de más agentes  para poder frenar la creciente espiral de crímenes y delitos.

Esos mil 500 miembros del Ejército, Marina y Fuerza Aérea rendirán  sin dudas un  valioso servicio en las filas policiales y de la DNCD, sin importar que su  formación y entrenamiento haya sido para  salvaguardar el territorio y la soberanía.

Sociedades con mayor nivel de desarrollo que la dominicana procuran obtener el mejor provecho de  los recursos humanos  bajo uniforme militar y los emplean, entre otras muchas tareas,  en la protección de los Recursos Humanos, programa de lucha contra la pobreza, promoción de la cultura y en labores relacionadas con la prevención y persecución del crimen.

El  alto mando de las Fuerzas Armadas ha ofrecido a la sociedad una  demostración de madurez, compromiso cívico y solidaridad social al  traspasar a la Policía a  contingentes militares para  participar en labores relacionadas con  la seguridad ciudadana y el orden público.

Tal y como proclamó el ministro de los institutos castrenses, teniente general Virgilio Pérez Féliz, esos militares deben sentirse orgullos de  pertenecer a la Policía y a  la DNCD  donde  tendrán  papeles  de primer orden en la trascendente tarea de garantizar el sosiego público.

Esa inyección de personal militar a la Policía  ha de tener efectos positivos en términos de elevar la moral del policía, consolidar  conciencia sobre sus deberes y obligaciones y mejorar  estándares de disciplina y efectividad.

La ciudadanía está en el deber de prestar toda colaboración a los militares que se estrenan como policías en la tarea de desalojar a los  delincuentes de las calles, garantizar tranquilidad  y seguridad pública y consolidar las labores de prevención  de crímenes y delitos.

El Nacional

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