La pobreza extrema y los sueños de ascenso social hicieron que cientos de familias se desplazaran desde las islas canarias al continente americano. En la época colonial, gente proveniente del archipiélago español, llegó a esta parte de la isla.

Carlos Esteban Deive, en su libro Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo afirma que las primeras migraciones canarias a La Española tuvieron lugar en 1684, momento en que los isleños ibéricos fundaron la barriada de San Carlos, localidad ubicada para esos tiempos en las afueras de la ciudad intramuros.

Igualmente, en 1764 los canarios junto a otros españoles fueron los fundadores de Baní.
Con el pasar del tiempo la migración canaria se fue incrementando, y en 1884 arribaron al país cientos de personas provenientes de las ocho islas españolas, los cuales recibieron tierras para el cultivo.

A pesar de que los canarios se esparcieron por toda la geografía nacional, San Carlos fue el santuario de la migración insular, siendo este sector el receptor de gran parte de la población canaria.

Para el año 1898 vivían en San Carlos unos 10,000 habitantes, entre los que se encontraba el insigne Eugenio María de Hostos. Por mucho tiempo la población canaria fue la predominante en el populoso barrio capitalino, y sólo había una familia de negros, llamada «los Caravallos».

Entrado el siglo XX, el tirano Trujillo acordó con el dictador español Francisco Franco, el traslado de población isleña al país, a la cual se le entregaría tierras e igualmente «contribuiría» a «blanquear a la República Dominicana».
En 1955, y en su obsesión de «mejorar la raza» el sátrapa dominicano ordenó estacionar un barco en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, el cual zarpó hacia el país cargando a casi 800 canarios que se establecieron en diferentes regiones.