Con un sistema eléctrico caracterizado por elevados costos de generación, deficiencias en las recaudaciones y pérdidas técnicas en las redes de transmisión, el vicepresidente de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), Rubén Jiménez Bichara, tiene que cargar lo que se dice pesado para lidiar con la crisis en el servicio, erigida en uno de los principales problemas no sólo para el Gobierno, sino para la nación.
El funcionario está consciente de la difícil realidad al reconocer que su posición no es cómoda, pues mientras más energía inyecta al sistema, más costoso sale el kilovatio-hora. Pero si no se hace la inversión, entonces se incrementan los apagones en el servicio con su secuela de irritación y protestas sociales. Todo un dilema ante una crisis que se ha constituido en una deuda histórica para el país.
De todos los problemas que afectan el sector eléctrico, Jiménez Bichara ha planteado que sólo los costos de generación representan el 50%. Y de ahí la determinación de modificar la matriz, con la instalación de dos plantas a carbón de 300 megavatios cada una como parte de las opciones para encontrar una salida definitiva a la vergonzosa crisis. Las unidades, según el vicepresidente de la CDEEE, son innegociables e irreversibles y sólo Dios puede evitarlas.
Porque desde su punto de vista urge cambiar la matriz y ampliar la oferta para hacer frente a una demanda creciente, además de atacar la ineficiencia y la vulnerabilidad de un parque que resulta muy costoso. Para que no se piense que se trata de una salida a la fuerza y evitar malinterpretaciones, la CDEEE tendió un puente a los generadores privados al invitarlos a que participen en el proceso.
Las fórmulas pueden variar, pero no está en discusión que la situación que atraviesa un subsector tan costoso y deficiente como el eléctrico ha debido ser corregida, como se han propuesto las autoridades, por el bien de la salud, el desarrollo y el progreso del pueblo dominicano. El país no está en condiciones, como advirtió el presidente Danilo Medina, de tirar al zafacón unos 1,500 millones de dólares cada año en subsidio para que se beneficie un grupo de empresarios.
Aunque lo hayan anunciado y sea su decisión, la instalación de las plantas a carbón tiene que marchar en paralelo, como parte de una solución integral, con la mejoría de las recaudaciones por parte de las distribuciones y la reducción de las pérdidas por deficiencias en el sistema de transmisión y a través de los fraudes. Es obvio que no se estaría en nada con aumentar y abaratar la oferta si la energía no se cobra o se pierde por los problemas que fueren.
En lo que se resuelven esos problemas, el vicepresidente de la CDEEE tendrá que cargar pesado.

