De la Policía
Señor director:
La policía sin disciplina, es una institución a la deriva. Los principios básicos sobre los cuales se levanta el trabajo de la policía tienen que estar enmarcados en el régimen de la mayor obediencia y disciplina, al tiempo de garantizar los derechos humanos y constitucionales de cada ciudadano.
Si falla la línea de mando, y el ejercicio piramidal de la jerarquía, estamos ante una institución que comienza a dar pasos hacia su desaparición definitiva.
La policía exhibe en estos dias demostraciones de una disciplina resquebrajada, donde no respetan sus ordenanzas internas ni los rasos, ni los coroneles, ni los generales. Hay que imponer un alto en el camino.
De inmediato, la policía tiene que aplicar sanciones a todos los que violen sus ordenanzas internas. Un organismo con todo el poder que genera la policía, no puede estar al filo de la polémica pública. Su misión es ofrecer garantía de seguridad a la ciudadanía, y ahora mismo no lo está haciendo.
Hay que cerrar de golpe los actos de indisciplina en la Policía, o la institución caerá por el precipicio, y navegará en medio del caos. Es fácil controlar estos síntomas de anarquía. La credibilidad se gana con el trabajo diario. Hay muchos policías que cometen diabluras, abusos y atropellos, y ello conforma una parte de esta indisciplina.
Para ser imparcial de juicio, se deben juzgar todos los actos violatorios de los reglamentos internos de la policía, hechos que violan los derechos humanos, acciones contestarias, y desconocimiento de que esa institución no es un comando militar, sino un auxiliar de la justicia.
No pienso que la creación de una nueva ley orgánica de la Policía va a terminar con los problemas actuales. Por el contrario, lanzar a la calle en forma masiva a todos los agentes y oficiales que no cualifiquen en una nueva policía del siglo 21, es solidificar mayores inconvenientes sociales.
La policía tiene sus reglamentos internos y pocas veces los aplica y respeta, por lo tanto no hay garantías de que un proyecto de reforma sea la mágica solución.
Somos partidarios de reformas en el acto, con mejorías utilizando lo que está a mano, y a largo plazo hacer las reformas necesarias, amputando a todo el que se oponga a la modernización.
Antes de hablar de reformas hay que reajustar los salarios de los agentes policiales, de mejorar su nivel de vida y de fijar cuál es su horario de trabajo.
Atentamente,
Manuel Hernández Villeta