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Brasil y RD

Señor director:
A pesar de la distancia, la República Dominicana y Brasil han tenido buenas relaciones económicas y sociales, pero muy tirantes y dolorosas en lo político. La llegada del nuevo presidente Jair Bolsonaro debe servir para pasar revista a temas que tienen mescolanzas entre los dos países.

La llegada de un militarista al poder se da en medio de los debates sobre la corrupción en los gobiernos del Partido de los Trabajadores y la inseguridad ciudadana. Son dos temas vitales en el devenir dominicano. Una empresa constructora brasileña fue acusada de sobornar a funcionarios y legisladores dominicanos en una abusiva utilización del poder. Todos conocen los estragos de la inseguridad.

En ese marco se desmoronó el poderoso Partido de los Trabajadores. Las grandes masas le pusieron las espaldas. No se levantaron cuando le dieron el golpe institucional a Dilma Rousseff hace dos años, ni cuando fue llevado a prisión su líder Lula.

La derrota a manos de un gris personaje que su principal divisa es levantar la bandera de los golpes militares, con toda su barbarie y violaciones de los derechos humanos, debe poner a los seguidores de Lula a realizar una profunda evaluación. Bolsanaro ganó, pero ellos fracasaron para mantener el auge de masas.

La llegada de un hombre que elogia a los golpes de Estado militares debe llenar de amargura a los dominicanos. En plena revolución de abril, un 23 de mayo de 1965, los Estados Unidos tratan de buscar legalidad a su grosera intervención, y obligan a la Organización de Estados Americanos a la creación de una mal llamada Fuerza Interamericana de Paz.

El gobierno de militares brasileños envía a la República Dominicana un contingente de mil 130 hombres, y el general Hugo Panasco Alvin pasa a comandar a la Fuerza Interamericana, que no era más que una máscara para tapar el abuso cometido por los Estados Unidos contra nuestra soberanía.

Los dominicanos no pueden aplaudir a este nuevo presidente que es una herencia de esos militares golpistas y desconocedores de los derechos humanos, y que sobre todo fueron parte de la intervención militar yanqui en la revolución del 65.

Los militares brasileños tomaron el poder en marzo del año 1964, al dar un golpe de Estado a Joao Goular, que un par de semanas antes había nacionalizado la industria petrolera.

Atentamente,

Manuel Hernández Villeta

El Nacional

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