Opinión

Caudillismo desfasado

Caudillismo desfasado

Por:  Leandro Guzmán

andor314@yahoo.com

 

 

Uno se asombra de la superficialidad con que diversos acontecimientos de la vida nacional son analizados por algunos politicólogos, a menudo con consideraciones de tipo personal que restan fuerzas a sus opiniones. La política se nutre de realidades, no de sueños. Una cosa es lo que es y la otra lo que uno desearía que fuera. Citaremos algunos ejemplos:
Con motivo de la reciente convención del PLD para escoger a los miembros que faltaban en su Comité Central, muchos analistas dijeron que el presidente Danilo Medina “le pasó la aplanadora” a los partidarios del presidente del Partido, Leonel Fernández. Eso sería como afirmar que el ex presidente ya “no es nadie” en el PLD, olvidándose que según esos mismos analistas controla la mayor parte de los principales estamentos del Estado, vale decir, el Congreso, la Suprema Corte de Justicia, la Junta Central Electoral, el Tribunal Electoral y hasta el Tribunal Constitucional.

Fernández está acabado, dicen. Si bien son situaciones diferentes, no hay que olvidar que Balaguer resurgió de sus propias cenizas en 1986 cuando le generalidad pensaba que era un cadáver político. En el caso actual, la diferencia es que el PLD ha creado una especie de estructura corporativa que funciona como una empresa privada, calculándose de antemano los beneficios de acuerdo a las inversiones, lo que fomenta la corrupción para beneficio del grupo gobernante.

No hay que olvidar que la gente se cansa de lo mismo, sin ver soluciones a sus problemas fundamentales. Las ayudas a los pequeños productores, por más que entusiasmen como recurso propagandístico populista, son coyunturales y no se proyectan como debería en la comunidad nacional.

Los éxitos logrados por el presidente Medina por su forma sencilla de actuar y de mezclarse con el pueblo llano, han dado lugar a que mentes calenturientas dentro del PLD acaricien la idea de la reelección, funesta siempre. Nosotros consideramos y así lo hemos dicho, que la Constitución actual debería ser modificada para producir los cambios que el país requiere mediante una Asamblea Constituyente, en la que el pueblo, con su voto directo, decida lo que le conviene, según sus aspiraciones.

Esa coyuntura debería ser aprovechada para ampliar el período presidencial de cuatro a seis años, sin reelección, para que ningún presidente alegue que el tiempo que le tocó gobernar fue muy corto. La ampliación de ese período podría incluir el actual, y en nada afectaría los principios democráticos porque sería el pueblo que así lo determinaría libremente. Esa sería una respuesta contundente a los caudillos desfasados, cuyo apego al Poder los lleva a considerarse erradamente que son seres mesiánicos imprescindibles.

El Nacional

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