En tiempos de degradación de valores intrínsecos a la persona humana, la figura del padre emerge como la de un adalid con la misión de defender la integridad de la institución familiar, que es lo mismo que ayudar a consolidar los pilares fundamentales de la sociedad y del Estado.
Es esa una de las muchas razones por la cuales no se debería subestimar ni disminuir la celebración hoy del Día del Padre, aunque quizás debería subrayarse como la fecha dedicada al buen progenitor o cabeza de familia.
Madre y padre se dividen la difícil tarea de proveer al hogar y a los hijos de alimentación, cobijo, educación, salud, pero sobre todo de amor, orientación y sana convivencia, valores que sirven de pilares que sostienen a la sociedad toda, más aún cuando el buen padre debe suplir obligaciones atinentes al Estado, como la provisión de empleo digno y de un sistema de seguridad social sostenido en la equidad y la justicia.
Lee también: En Venezuela: ¿Baño de sangre?
Hoy es un buen momento para limar asperezas propias de relación intensa o de ausencia, para que el hijo comprensivo dispense un emotivo abrazo a ese “viejo” coautor de la vida y primer arquitecto, junto a la madre, de la formación de las generaciones emergentes.
El Día del Padre se erige como una excelente oportunidad para reunir a la familia, intercambiar buenos deseos y bendiciones, porque, al fin y al cabo, de una forma u otra, del padre puede decirse que “es un buen tipo mi viejo”.