Nicolas Maduro
La campaña electoral de cara a las elecciones del domingo en Venezuela toman un giro aún más preocupante por la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE), de prohibir la participación como observadores electorales de misiones internacionales y de exmandatarios latinoamericanos, como Alberto Fernández, de Argentina, lo que ha motivado que Brasil suspendiera también el envío de observadores a ese proceso, después que el gobierno de Nicolás Maduro se resintiera por declaraciones del presidente Inacio Lula da Silva, de que el mandatario venezolano tendría que entregar el poder si pierde las elecciones.
Por primera vez en 25 años, la mayoría de las encuestas adjudican grandes posibilidades al candidato opositor, Edmundo González, de ganar los comicios frente a la reelección de Maduro. Estados Unidos y la Unión Europea han denunciado trabas e irregularidades que apuntan a un posible fraude electoral.
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El presidente Maduro ha advertido sobre la posibilidad de que en Venezuela se produzca “un baño de sangre” si llega a perder las elecciones, lo que alarmó a Lula y al expresidente Fernández, quienes lo instaron a promover una transferencia pacífica del poder, en caso de que resulte vencido en el certamen cívico.
Esta vez, el liderazgo de América Latina, incluidos los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Chile, Gabriel Boric, ha reclamado a Maduro que juegue limpio. El gobierno bolivariano no tiene excusas para impedir que los venezolanos se expresen libremente en las urnas, sin necesidad de ningún baño de sangre.
El Nacional
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