La supuesta red encabezada por oficiales de la Policía que según el Ministerio de Interior traficaba con municiones robadas en la institución es otro aviso sobre la necesidad de profundizar la depuración del cuerpo.
Puede darse por descontado que en el tejido de una institución que tradicionalmente ha sido un coto cerrado existen más células que deben detectarse y eliminarse para mejorar la imagen de la Policía.
Con la investigación que detectó la operación la ministra Faride Raful se anota un resonante punto en la difícil tarea de transparentar los recursos asignados a la llamada institución del orden.
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Raful, quien dijo que en la investigación contó con el director del cuerpo, Ramón Antonio Guzmán Peralta, tiene que ver el supuesto trasiego de municiones en el que estarían involucrados oficiales como un aviso de las muchas debilidades que lastran a la Policía.
A muchos suele llamar la atención el contraste entre el salario y el estilo de vida de agentes y oficiales de la Policía.
Ahora que se está en un proceso de reforma y profesionalización de la Policía es oportuna una depuración para sanear el cuerpo. La corrupción se tiene como parte del problema de la Policía.