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Cine y sociedad

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Green Book: Reconfortante y entretenida

No cabe dudas de que tiene sus ventajas ver una película después que esta ha recogido múltiples premios en distintos certámenes.

Por lo pronto, uno sabe a lo que va, y fácilmente puede enfocarse, siguiendo las pautas de los galardones recibidos, en aspectos específicos de dicha producción.

Ahora bien, guiados por el prestigio y el ‘caché’ que dichas distinciones inevitablemente generan, uno de
igual manera, puede también sobredimensionar las expectativas sobre el film, y como consecuencia,
esperar más de lo prometido o sencillamente no quedar satisfechos con el mismo.

Por fortuna, ese no es el caso de Green Book. Ganadora del Oscar como la mejor película en la pasada ceremonia del premio de la Academia, la cinta es tan simple y modesta; armónica y entrañable, y al mismo tiempo, tan ligera y poderosa que resulta casi imposible no quedar cautivado por ella.

La película no es perfecta, y uno pudiera señalar pequeños aspectos que conspiran en ese sentido –la
barrera que representa el estar dirigida a un público PG-13 o la casi ausencia de caracteres femeninos–
Sin embargo, su historia es cálida y reconfortante; inusual pero a la vez agradable y de tan palpitante actualidad –quiéralo uno aceptar o no– que simplemente la convierten en una maravilla.

Nadie dice que se trate de una historia original, puesto que ahí está el precedente de Driving Miss Daisy, aunque en este caso funciona a la inversa, y por demás, la segregación racial, uno de los aspectos claves del relato lo hemos visto ya en infinidad de películas.

No obstante, la presentación de ésta y la puesta en escena en general a la que apela el director Peter Farrelly, normalmente conocido por su afición a las comedias vulgares, es tan impactante, emotiva y gratificante que sencillamente atrapa y entretiene al espectador en todo momento, y se revela como la forma graciosamente correcta de plantear la misma.

A principios de los años 60, el refinado y celebrado pianista Dr. Don Shirley quiere embarcarse en un tour por el llamado Sur Profundo de Estados Unidos. Esto no debería representar mayores
inconvenientes si no fuera por el hecho de que, primero, Don Shirley es negro; y segundo, estamos en los años sesenta, probablemente la época de mayor efervescencia del racismo en la historia contemporánea

El Nacional

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