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Como cada Domingo

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El amor y el ego

 

Recorrer los caminos intrincados del afecto, lleva a muchas conclusiones y a una variada gama de conclusiones, la mayor parte de ellas, equivocada o fuera del centro focal al que deberían dirigirse.
Cuando se piensa en el amor, la tendencia se conduce a conclusiones igualmente idealistas.
Toda definición del amor o de sus límites es ilusoria en la medida en que cada experiencia es única y, por tanto, personal.

Definir el amor es más que imposible de describir en sus precisas y cortantes aristas.
Lo que no es tan imposible es definir cuál es el principal enemigo del amor. Si pensaron en el odio, se equivocaron porque este es una derivación de la causa real.

El verdadero y más formidable enemigo del amor es el ego, ese amor tan profundamente enfermizo por uno mismo, ese que cree que los márgenes del Universo son los confines que delimitan intereses propios.

Cualquier otra idea sobre el principal enemigo del amor, cuando excluye el ego, está equivocada.
El principal enemigo del amor… es el ego.

Por culpa del amor excesivo, tantos empeños del amor se han descarrilado. A veces ha bastado una palabra, una actitud, una circunstancia para que, mal entendida por ser vista no a los ojos de la racionalidad afectiva, sino desde los humos de la autopercepción, han bastado para terminar con lo iniciado.