Edith Febles, Premio contra la Corrupción
El pasado martes 9 de diciembre, la periodista Edith Febles recibió el Reconocimiento a la Integridad en la Lucha contra la Corrupción otorgado por la organización Participación Ciudadana, en un acto celebrado en el Paraninfo de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
La experiencia vivida allí rebasa, con creces, la clásica sentencia “honrar… honra”, que suele utilizarse para describir estos momentos. Lo que presenciamos fue algo más profundo: la confirmación pública del valor de la integridad en un tiempo en que la verdad parece un recurso en disputa.
Febles es la expresión más visible de una generación de periodistas que ha decidido hurgar en la verdad esencial de las situaciones que afectan a la sociedad en su conjunto, y dentro de ese universo, poner el foco en quienes resultan más vulnerables: los perjudicados por la sustracción de fondos y recursos públicos. De ese compromiso ético nace la trayectoria que hoy se reconoce.

La entrega del premio que otorga Participación Ciudadana —una distinción que ya ha sido concedida a 16 figuras de la comunicación, entre ellas Huchi Lora, Juan Bolívar Díaz y Fausto Rosario— coloca a Edith Febles en una línea de continuidad con quienes han mantenido, desde distintas trincheras, la defensa del interés colectivo.
En el acto estuvimos quienes admiramos y respetamos a Edith Febles por su labor periodística, ejercida por muchos años desde diversos formatos mediáticos. Aún recuerdo cuando destapó el abuso infantil en una institución supuestamente cristiana en Higüey, donde se violaban menores. Ese día vi en los ojos de Febles el fulgor que brota cuando un profesional sabe que ha cumplido con su deber, incluso a riesgo de enfrentar el rechazo o la incomprensión de poderosos.
Desde aquel acontecimiento que ella develó, su trayectoria ha sido la de una defensora persistente de la comunidad, asumiendo riesgos sin disponer de medidas de protección o seguridad personal. Ella ha sido valiente, firme y consciente del valor de su voz en un país donde, con frecuencia, el silencio resulta más cómodo que la denuncia.

