Los historiadores de provincias, escritores locales, cronistas municipales de la historia especifica de sus comunidades, o como quiera que se les pueda llamar a estos seres especiales que han restituido, indagado, investigado y publicado sobre el origen, personajes, acontecimientos cruciales y nimios de sus pueblos, serán centro del homenaje que hará la IX Feria del Libro de Historia, del Archivo General de la Nación, organismo descentralizado del Ministerio de Cultura.
Los historiadores provinciales homenajeados son: Rafael Hernández, Welner Darío Feliz, Oscar López Reyes, Edwin Espinal Hernández, Emelda Ramos, Rafael Darío Herrera, Carlos Julio Báez, Juan Ventura, Marcos Soto y Luis Efraím Baldrich, (nueve hombres y una mujer), todos dignos de ser puestos como centro de atención en el evento del 24 al 28 de octubre. Durante el mismo se pondrán a circular siete nuevos libros de historia.
El Archivo General de la Nación es una de las instituciones gubernamentales que sirven de modelo de una gobernanza desde el Esto, que sirve de prueba de que es posible ejercer una función pública con apego estricto a sus fines establecidos por la vía de la preservación del patrimonio cultural-histórico del pueblo dominicano.
El AGN siendo muestra de una conducción ética, autoregulada con protocolos establecidos, sin influencias partidarias para sus decisiones administrativas y evidenciando la capacidad de técnicos y profesionales de estar a cargo de una entidad que fue depredada al extremo hasta el 2004.
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En ese año finalizó su crisis por el clamor de la comunidad de historiadores, la Academia de Historia, periodistas y medios que hizo llegar a la dirección al profesor Roberto Cassá (quien lleva ya 22 años en el cargo, queriendo ya dejarlo), con quien llegó una camada de técnicos e historiadores que, estrictamente hablando, rescataron la institución.
La dirección del AGN era responsabilidad del periodista y escritor R. A. Font Bernard. Y no digo más de ese director, esperando que sea la historia la que juzgue el crimen cultural a su cargo.
Lo que pasó en AGN hasta 2004 fue un crimen que quedó sin responsables y sin sanción. Una pena.