La advertencia del ministro de las Fuerzas Armadas, de que los institutos castrenses responderán con mayor contundencia los ataques arteros de la delincuencia sean estos o no planificados, refleja el grado de preocupación e indignación que en esos cuerpos han causado los asesinatos de oficiales militares a manos de delincuentes.
El almirante Sigfrido Pared Pérez ha definido esos hechos como graves y preocupantes, aunque todavía confía en que se trata de acciones aisladas, pero señaló que cuando se agrede a un agente que se dedica a servir a la seguridad del Estado, sea este militar o policía, se atenta contra el Estado mismo.
Se admite como comprensible la reacción del almirante Pared Pérez ante los asesinatos de varios oficiales militares y policiales durante atracos o asaltos perpetrados por antisociales que los despojan de sus armas de reglamento, pero es menester insistir en que la respuesta a tales desafueros debe provenir esencialmente del Ministerio Público y el orden judicial.
Las Fuerzas Armadas, por vía de sus organismos de inteligencia e investigación, pueden y deben colaborar con la Policía Nacional en la tarea de prevenir crímenes y delitos, perseguir y someter a la justicia a infractores de la ley penal, asistencia que se amplía con el uso de personal militar en labores de patrullaje.
Tiene razón el titular de los cuerpos armados al señalar que … el Estado tiene que responder con contundencia y castigar estos crímenes con la severidad que ameritan, pero es preciso resaltar que la sanción proviene de los tribunales de la República y de nadie más, aunque se acepta como comprensible su recomendación de que los agentes deben repeler todo intento de agresión.
Los asesinatos recientes de un oficial de la Fuerza Aérea, delante de sus dos hijas, y la de otra oficial del Ejército, emboscada próxima a su residencia, motivan las ásperas declaraciones del almirante Pared Pérez, por lo que la sociedad seguramente comparte tan elevado grado de indignación.
Preocupa que la advertencia del ministro de las Fuerzas Armadas, de que los cuerpos armados responderán con mayor contundencia los ataques de delincuentes contra militares y policías, sea asumida literalmente por el personal militar que participa en labores de patrullaje y que por esa razón se incurra en excesos.
La población participa de la indignación que sobrecoge a los mandos militares por el asesinato de oficiales a manos de antisociales, pero todas las acciones de respuesta a la delincuencia y criminalidad deben de provenir del Ministerio Público y de los tribunales, ante los cuales Fuerzas Armadas y Policía actúan como diligentes auxiliares.
