Editorial

Confluencia

Confluencia

El anuncio del presidente Leonel Fernández, de que su Gobierno impulsará un pacto para promover  la educación de calidad, ofrece  una excelente oportunidad para  poder reencauzar  el reclamo de  que se consigne en el Presupuesto Nacional un cuatro por ciento  del Producto Interno Bruto (PIB) al sector educativo.

Para su cabal cumplimiento la iniciativa presidencial requiere del financiamiento que prevé el  referido porcentaje del PIB, pero quienes impulsan  el cumplimiento de esa ley deberían entender que también se necesita impulsar algún proyecto que garantice calidad en la inversión en la educación.

Así las cosas, el  extendido  reclamo  del 4% del PIB  para la educación no se contrapone con  el anuncio del presidente Fernández de suscribir  un pacto por la calidad educativa, por el contrario, ambos requerimientos son subsidiarios y deben confluir como oxígeno a la sangre.

El Poder Ejecutivo consignó un  incremento  en términos absolutos de 20 mil millones de pesos en  la partida  al sector educativo en el Presupuesto 2012, que  será de unos 65 mil millones de pesos, equivalente al 3.0 del PIB, cifra que no satisface a los sectores que impulsan el 4% que señala una ley que nunca  se ha cumplido.

Así  como se aconseja que  el reclamo cívico del cuatro por ciento para la educación no sea objeto de preventa electoral, debería exigirse que el  Gobierno tampoco  condimente su propuesta de pacto por la educación con demagogia propia de la zafra comicial.

Para producir el anhelado gran salto hacia adelante  en el campo de la educación, del desarrollo y de la equidad social,  se requiere de  muchos más recursos, pero también de un cambio radical de las estructuras educativas que garantice una mejor calidad de la inversión.

Es por eso que se exhorta a no desaprovechar esa propuesta  de pacto por la educación  e involucrar en su diseño y aplicación a todos los sectores de la sociedad, incluido partidos políticos, a los fines de que  sobreviva al oleaje electoral y pueda ser encartado en  el programa de Gobierno de  cualquiera que resulte ganador  en las elecciones del 2012.

Lo más saludable para el futuro de la educación dominicana es que se produzca una confluencia de voluntades a nivel oficial,  del litoral político, empresariado y sociedad civil en torno al reclamo de mayor asignación a la educación y a la propuesta de  un pacto por la educación de calidad. Una iniciativa completa a la otra.

El Nacional

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