Tratándose de una consulta abierta, no cerrada, el PLD tiene un gran desafío con el evento que celebrará hoy para medir la aceptación de sus precandidatos presidenciales.

Lo único que garantiza el éxito de la iniciativa, que ha sido definida como un hito, es la asistencia masiva a los distintos centros que se han instalado para que los interesados expresen sus preferencias.

La puntualidad y buena organización son irrelevantes a la hora de evaluar el resultado de un proceso con el que el PLD procura dar una lección de democracia. Aunque han desaparecido obstáculos como el de la pandemia sanitaria, el ambiente no parece el más favorable para alcanzar siquiera una concurrencia aceptable.

La consulta también pone a prueba el padrón del PLD, el cual, según el presidente de la organización, Danilo Medina, supera el millón de inscritos.

No se prevé la cantidad que participaría en la consulta, pero sería muy significativo de acercarse siquiera a un 50%. Los peledeístas han sido tradicionalmente militantes.

Al margen de críticas superficiales al Gobierno y la exaltación de cualidades personales los candidatos han carecido de un discurso con aceptación en la opinión pública.

Karen Ricardo, Margarita Cedeño, Abel Martínez y Francisco Domínguez Brito no han trascendido en la promoción de sus aspiraciones de encabezar la boleta del PLD de la estructura de su partido. Pero todo es mientras tanto.