En vísperas de la convocatoria de la Asamblea Nacional para debatir la reforma constitucional, el todavía secretario general del PLD, Charlie Mariotti, incurrió en un desliz al descalificar al Gobierno para impulsar cambios institucionales.
Una cosa es que Mariotti se oponga a la modificación de la Constitución, bajo los argumentos que considere, pero otra muy diferente es que le reste calidad moral al Gobierno para promoverlas.
La reforma constitucional para dificultar la reelección, la independencia del Ministerio Público, la unificación de las elecciones y la reducción de la matrícula de los diputados puede ser innecesaria. Pero de ahí ha afirmar que el Gobierno no tiene autoridad moral ni justificación para impulsar las reformas hay una gran diferencia.
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Un Gobierno que viene de ganar unas elecciones con el 56.5 % de los votos y que cuenta con mayoría absoluta en las cámaras legislativas lo que más tiene es autoridad para impulsar los cambios. Y en torno a lo moral se trata de reformas que aparentemente en nada benefician al Gobierno ni al partido en el poder.
Y en el caso de la fiscal no hace más que cumplir con un mandato constitucional, toda vez que la iniciativa está consignada en la Estrategia Nacional de Desarrollo. Pero además el Gobierno al tratar de consensuar las reformas con el PLD y demás partidos opositores, ha encontrando un enconado rechazo. Restan autoridad a Mariotti y al PLD los argumentos con que objetan las reformas del Gobierno.