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Cuba: Después de la reforma

Cuba: Después de la reforma

Víctor Hugues, personaje encerrado en la literatura por Alejo Carpentier, afirma en El Siglo de las Luces que “una revolución no se argumenta: se hace”. Expresa el romanticismo de la ilegalidad y el paso previo a una libertad decretada. Reforma o revolución es el transito dialéctico en el comunismo y no separado del siguiente.
Una reforma no se hace sin argumentación. Su mera propuesta activa mecanismos de participación, desata contradicciones en la mentalidad colectiva y demanda tiempo para su completa aplicación.

Agudiza la voluntad subjetiva que pretende captar la totalidad cuando todo es susceptible de revisión.

Obliga a los ciudadanos a reconocer nexos entre el derecho y la vida. Salto de la comprensión mítica hacia una compresión moderna de la sociedad que racionaliza y no naturaliza la regulación del mundo.

El proyecto de reforma constitucional cubano empezó a debatirse en el mes de julio de 2018 y resultó aprobado el 24 de febrero de 2019 (por un 78,30% del total de electores).

A primera vista supuso un aumento considerable del catálogo de derechos y posibilitó la apertura de un diálogo -condicionado- que delató inconsistencias en la oficialidad. Ahora comienza una fase de adecuación del ordenamiento jurídico a la norma fundamental. Cambios que afectarán a los reglamentos del Consejo de Estado, al funcionamiento de la Asamblea Nacional, a la ley electoral y a las leyes propias del Procedimiento Penal, Civil, etc. Un recorrido complejo que requerirá del esfuerzo de los legisladores y en el que se definirá el alcance real de la Constitución.

Hubo contenidos modernizantes en la discusión constitucional que despertaron el interés de la población; por ejemplo, el reconocimiento de la diversidad sexual, la reflexión sobre los derechos reproductivos, el empoderamiento municipal o la protección a las víctimas de la violencia de genero.

Asuntos como el matrimonio igualitario, finalmente excluido, impulsaron propuestas sugestivas desde perspectivas teóricas que feministas. Cuestión que preocupó a las iglesias evangélicas y alarmó a los sectores conservadores del Partido Comunista. Conjunto de ideas que retornarán cuando se actualice el Código de la Familia.

La mayoría de los analistas coincidieron en subrayar las profundas implicaciones políticas de dos artículos: 1º. Art. 126. Limitación de mandatos para el presidente de la República, dos períodos consecutivos, y no podrá volver a desempeñar el cargo. 2º. Art. 22. La inclusión del concepto de propiedad privada sobre “determinados medios de producción por personas naturales o jurídicas cubanas o extranjeras”.

En resumen, una adecuación del derecho a la realidad económico-social y un síntoma de la pérdida de hombres/mitos que aportaban legitimidad carismática al sistema mientras ocuparon responsabilidades en las estructuras del Estado.

La experiencia revolucionaria aparece coagulada en el Preámbulo (“Decididos a llevar adelante la Revolución del Moncada, del Granma, de la Sierra, de la lucha clandestina y de Girón…”) y en Capítulos como el II referente a las relaciones internacionales que concede vigencia a la visión fidelista de la política exterior: rechazo a cualquier tipo de agresión imperialista, condena del terrorismo, defensa del internacionalismo o concesión de asilo a los que luchan contra el racismo, el fascismo y formas neocoloniales de dominación (arts.16 y 17).

Un aspecto relevante es la incorporación de “cláusulas de intangibilidad” que en principio convierten al régimen socialista en algo irrevocable. El art. 229 recoge límites autónomos, explícitos, relativos y absolutos (sigo la terminología empleada por Pedro de Vega), que impiden una futura reforma ambiciosa.

Límites materiales pues define como irreformables los pronunciamientos del art. 4 (irrevocabilidad del sistema socialista bajo cualquier circunstancia) y límites temporales por su referencia al art. 16 (“las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con cualquier otro Estado no podrán ser jamás negociadas bajo agresión, amenaza o coerción”).

Cabe una interpretación más optimista de las posibilidades de reforma de la Constitución si admitimos la polisemia del término socialismo. El filósofo italiano Norberto Bobbio decía que el socialismo es como la felicidad: “todos lo desean porque cada persona puede imaginarlo según sus deseos”. Asumir una pluralidad de significados favorece lecturas no restringidas y compatibles con una democracia representativa.

Numerosos países establecen clausulas de intangibilidad en sus constituciones para proteger la independencia nacional, la integridad territorial, los derechos fundamentales o la forma de gobierno. Pensemos en los casos de Alemania, Portugal, Francia, Italia o la propia República Dominicana (art. 268). Los grados de amplitud dependen de las trayectorias histórico-políticas de cada Estado.

Por último, quisiera destacar la labor de los medios digitales críticos que difundieron a través de crónicas, columnas y especiales multimedia, reflexiones en las que votar no o abstenerse eran opciones razonables. Webs como 14ymedio.com, el toque.como revista el estornudo.com tuvieron la virtud de desactivar el automatismo del “Yo voto sí” y fueron plataformas de disidencia frente a una campaña totalizadora.

La propaganda gubernamental conectó la fecha del 24 de febrero con la memoria del 1 de enero de 1959. Pirotecnia verbal destinada a concitar simpatías. Toda una simbología que inundó de cartelería las ciudades y puso hilo musical a la participación (me refiero a la canción “Sí por Cuba”).

El “no” nunca superó el umbral del 10% de los votos validos salvo en las provincias de Holguín y Guantánamo. Pero, aceptando su debilidad, tanto el no como la abstención crearon espacios valiosos para el ejercicio de la libertad política. Juan Bosch sostenía que “la historia del Caribe tenía una coherencia” aunque existiese una pluralidad de lenguas, pueblos y razas.

Quizá, de este capítulo en la historia cubana, corresponda extraer una enseñanza para esa tradición única: toda reforma constitucional exige amplios consensos y genera disensos que pueden ser la reserva de los valores democráticos.

El Nacional

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