Opinión

De mis padres lo aprendí

De mis padres lo aprendí

El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras.

– W. Shakespeare

Mis padres, de excepcional vida, labor ejemplar y modelos a seguir, en la victoria y en la adversidad, a quienes les debo todo, me dejaron grandes legados, lecciones imborrables y consejos de vida, los que puedo resumir en tres.

Me enseñaron que la prudencia es la respuesta más contundente a la turbulencia, en tiempos donde muchos reaccionan y pocos accionan, en meses y años difíciles para el PRD, el partido que trajo la democracia a la República Dominicana pero que ha vivido un profundo retroceso institucional.

Me enseñaron que los momentos para hablar y los momentos del silencio se eligen de forma sabia, que cuando se sostiene una idea que sea con la mayor convicción, y que cuando los ataques infundados intenten hacer daño, que la historia y los hechos sean los que refuten, y la fuerza colectiva la que se imponga por sobre cualquier interés personal.

Me enseñaron por último, la importancia de ser consecuentes, de tener tolerancia y respeto, de ejercer la democracia en nuestras vidas tal cual la pregonamos como sistema de Gobierno, pues los cambios que queremos forjar en la nación comienzan en nosotros mismos, no a través de favores políticos o lealtades personalistas absurdas, sino por medio del compromiso histórico con el país y con la regeneración de la democracia.

La prudencia, el silencio y la palabra, y la consecuencia, son pilares de mi formación democrática, fibras de mi carrera política, que dicho sea de paso, no la he construido para mí y mis anhelos electorales, sino para algo más trascendental, porque estoy convencido de que trabajar por el país, es una huella infinitamente más profunda.

El Nacional

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