El Gobierno del PRM ya está anunciando, a través de sus funcionarios, que viene una reforma tributaria en la que, de manera previsible, la clase media será la más sacrificada.
Ya vimos el amague de la actual administración el pasado año, en octubre, respecto al modelo de reforma que pretendía aplicar. Un proyecto que iba a golpear duramente a la clase media y que fue engavetado por el rechazo masivo de todos los sectores.
Un año después, el Gobierno de Luis Abinader vuelve a la carga con la reforma. Hablando en el idioma del béisbol, se pudiera decir que el pueblo le leyó la recta y que, quizás, en esta ocasión venga el presidente con una curva o slider.
Si bien es cierto que el Gobierno necesita más recursos, porque la presión impositiva es muy baja y el déficit muy alto, no es menos cierto que, para hablar de reforma, debe dar sa la población eñales de sacrificio, que lleva la insufrible carga de la galopante inflación, que ha llevado la canasta básica a superar los 45 mil pesos.
¿De qué manera puede el Gobierno solicitarle a la población mayor sacrificio, si ha llevado las pérdidas del sector eléctrico de 27% a 46% en apenas 5 años? ¿Cómo pudiera el Gobierno de Luis Abiander explicar que gasta más de 10 mil millones de pesos en publicidad cada año?
Después de hablar de eficiencia durante la campaña, el Gobierno del PRM ha aumentado la nómina pública en 132 mil millones de pesos y el pago de pensiones de 40 mil a 73 mil millones de pesos, sin que haya mejorado el servicio público. Por el contrario, lo evidente es que ha empeorado.
Las obras públicas están paralizadas, la infraestructura escolar resulta ser insuficiente. En los hospitales se ha precarizado el servicio y hay centros de salud cuya construcción, a un 90% de terminada, está detenida, como es el caso del hospital de Dajabón.
Economistas señalan que el gasto público resulta ser el más bajo de los últimos 70 años, entonces es válido que la gente se pregunte, ¿en qué es que va a invertir el Gobierno los recursos que entrarían mediante la reforma fiscal?.
¿De qué callada manera? Preguntaría el poeta. ¿De qué manera podría el Gobierno perdirle mayor sacrificio al ya sacrificado pueblo?
Atentamente,