Carta de los Lectores

Decadencia de valores

Decadencia de valores


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Otro factor tan influyente como el que describimos en la entrega anterior son las redes sociales con su participación libre, sin control de nadie, sin vergüenza y sin responsabilidad, con pírricas y eventuales consecuencias legales. Ellas constituyen un creciente desafío al honor, la vergüenza, el pudor, la decencia, la dignidad y demás, cuyo protagonismo lo propician y practican más, las mujeres que los hombres, a razón de 85% ellas y 15% ellos.

Su fuerte es la sexualidad, sexo y sensualidad, con libertinaje, compra y venta de sexo con oferta de cepos llamativos por fuera, que seduzcan clientes de conducta semejante a ellas. Ese comportamiento malsano y de rameras, justifica el reconocimiento a las prostitutas tradicionales que todavía modelan privacidad y respeto a la intimidad en su búsqueda decente y de respeto a la menoría de edad.

Queda claro que las mujeres que se las buscan en la bolita del mundo, sector La Feria, conservan más pudor y dignidad que aquellas de las redes, pregoneras vulgares e indiscretas que invitan a todo y se atreven a lo indecible públicamente. Lo deseado seria que las redes obren para bien de la sociedad. A la televisión, medio de comunicación masiva se le imputa como dañina para los niños/niñas y adolescentes en la conservación y práctica de los valores humanos. Allí las chapeadoras exponen sus propios cuerpos como recurso didáctico diseñados para la vulgaridad sexual, y con ellos desarrollan largas sesiones sobre procedimiento y conquista de sus objetivos, primando el requisito de que haya dinero de por medio.

Es censurable que la música perversa que invita, enseña y manda a hacer todo lo indecente y prohibido, cuente con la complicidad por omisión de sucesivos gobiernos. Programas, palabras y frases dañinas para menores se escuchan a cualquier hora del día, con el tigueraje como rumbo, y el dinero como meta, sin vergüenza ni responsabilidad.

De la decadencia de valores es también culpable la familia que descuidó la formación correcta de sus hijos, que debieran exhibirlos en su carta de presentación personal. La familia ha ido abandonando sus obligaciones por la conducta retorcida del ambiente preñado de distorsiones y de maldad. Es necesario que familia retome su rol, que los hombres sean más padres que proveedores; y las mujeres sean más madres que parturientas y amas de casa. Le toca asumir mejor conducta que la que exhibe el ambiente y el Estado.

Por: LIC. Santiago Martínez

El Nacional

La Voz de Todos