La marcha patriótica con la proclama “una solución para Haití en Haití” no solo constituye un llamado a la comunidad internacional sobre las deplorables condiciones políticas, económicas y sociales de la vecina nación, sino un alerta a los dominicanos sobre la elevada inmigración de haitianos en este país.

Como ha expuesto el presidente Luis Abinader en diferentes ocasiones, República Dominicana no puede cargar con la solución de la crisis haitiana, pero tampoco convertirse en un receptáculo de sus nacionales que huyen de la pobreza y la inseguridad.

Era importante que miles de ciudadanos, sin importar su ideología ni filiación política, marcharan en defensa de los símbolos patrios, pero sobre todo para llamar la atención sobre la migración haitiana.

No se trata de iniciar una cacería de brujas, sino de entender que la numerosa presencia de inmigrantes haitianos, sobre todo indocumentados, representa una preocupación para amplios sectores nacionales. Puede darse por descontado que la población haitiana en el país supera con mucho las estadísticas migratorias.

Puedes leer: Marcha duartiana

Esa marcha del sábado, convocada por el Instituto Duartiano y otras entidades, no puede verse como una manifestación antihaitiana, sino como una crítica a la permisividad y a la política migratoria del país. No solo las autoridades sino todos los sectores deben asumir un mayor compromiso con los símbolos y los ideales de los fundadores de la nacionalidad.