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Derrota merecida

Derrota merecida

Pedro P. Yermenos Forastieri
pyermenos@yermenos-sanch

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En el PLD que era ni en el que es, nadie puede esgrimir, con razón, estar exento de responsabilidad en el acto de felonía que constituyó abandonar los motivos que con tanta vehemencia proclamaban como causas de su incursión en la vida política dominicana.
¿Cómo olvidar aquellas perdidas promesas de completar la obra de los padres fundadores? ¿Quién no recuerda las garantías de pulcritud en el manejo del patrimonio público? ¿Cómo no traer a colación las engreídas expresiones de diferenciación moral entre peledeístas y el resto de la población? Pobre Don Juan, en su incuestionable robustez ética, incurrió en la ingenuidad de asegurarnos que desde el poder ningún miembro del partido se enriquecería.
De esa debacle todos los que han persistido en militar en una entidad sin vinculación con la que ingresaron, así como aquellos que se marcharon porque las cosas no les salieron como pretendían, son responsables de la misma y no pueden alegar inocencia aun en casos de personas que no forman parte del conglomerado de beneficiarios directos del festín corrompido.
Los hay autores ideológicos y materiales. Otros, cómplices por omisión, al permanecer impertérritos ante desorden que no precisaba mayor sabiduría para percibirlo. Honrado es quien rinde cuentas rigurosas de fondos colocados a su resguardo. Honesto, quien no tolera que se haga lo indebido aun sin tener compromiso con el delito cometido. En el PLD abundan honrados no honestos, por no haber atendido al llamado ineludible de rebelarse ante acontecimientos bochornosos frente a los cuales se mostraron indiferentes.
De tener que recurrirse al establecimiento de principalías en la señalización de causantes de la tragedia, imposible no apuntar el dedo acusador contra una cúpula tan eternizada en el mando como acomodada en las canonjías proporcionadas por el uso abusivo de un poder sin control, protegido por órganos que, pese a su mandato constitucional para impedir y sancionar excesos, fueron constituidos precisamente para garantizar que todo pudiese hacerse bajo el manto protector de la más obscena impunidad.
De forzarnos a reducir al mínimo el listado de autores, nombres como Leonel Fernández y Danilo Medina encabezarían el memorial de agravios. Veinte años de oportunidades para ser convocados a la coherencia; estar al nivel de la confianza por tanta gente depositada; honrar la memoria de luchadores que ofrendaron vidas por la libertad de una nación que merece distintas respuestas. Así como el PLD y su dirigencia merecen la derrota que les viene.

El Nacional

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