Opinión

Desafío al PLD

Desafío  al PLD

Los grandes temas de una sociedad tienen implicaciones distintas en función de los momentos y de la correlación de fuerzas que se presenta cuando son debatidos. Eso ocurre con la corrupción pública, poco considerada por la población, y en la actualidad asumiendo un significado particular que no puede ser soslayado por el PLD y el gobierno.

Por un lado, la percepción, las evidencias y las pruebas han alcanzado tales niveles, que se torna imposible mostrarse indiferente ante la situación, sin pagar un alto costo por eso.

Por el otro, resulta ineludible vincular un asunto tan trascendente, de las sórdidas luchas internas por la obtención, preservación, recuperación y ensanchamiento de cuotas de poder que se libra a lo interno de la citada organización.

En cuanto al primer aspecto, el enriquecimiento de tantos altos funcionarios peledeistas, así como el descaro con el que se estruja en la cara del pueblo esa opulencia, han sido de tal magnitud, que no ha podido evitarse una importante repulsión que, por razones lógicas, se traduce en una pérdida de sustentación política.

Eso explica el descenso sistemático de la votación del PLD en últimos procesos, cuyos resultados favorables han sido obtenidos sobre la base de la combinación efectiva de una correcta política de alianzas con la estrambótica torpeza de una oposición imposibilitada de estructurar una opción en capacidad de competir con éxito.

En el presente, la valoración del Presidente no debe extrapolarse de forma automática al Partido porque en múltiples sentidos, en el ejercicio gubernamental, Danilo Medina ha marcado diferencias notables con la media de sus compañeros, casi todos afectados por altas tasas de rechazo.

Respecto al segundo punto, en el PLD culminó la época en que una figura encarnaba la representación mayoritaria del conjunto de intereses partidarios. Las islas de intereses son realidad y las luchas que desatan, feroces, pese a que todavía preservan mayor capacidad que sus adversarios para dirimir sus cada vez más notorios conflictos internos.

Resulta innegable que, en la actualidad, la corrupción, de pronto, se ha convertido en arma poderosa, capaz de usarse en las batallas dentro del PLD en pos de supremacía que puedan proporcionar victorias en guerras electorales, que es lo mismo que decir, en guerras por dominar un monstruo llamado Poder.

El desafío del PLD consiste en probar que no se trata de escaramuzas politiqueras, sino que, al fin, revertirá una dimensión en la que ha sido fiasco absoluto.

 

 

El Nacional

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