A 62 años del ajusticiamiento del dictador Rafael L. Trujillo, República Dominicana tiene uno de los regímenes democráticos más estableces de la región.

Aunque con sus convulsiones aquí se celebran elecciones cada cuatro años, se respeta la libertad de expresión y difusión del pensamiento, existe libertad de tránsito y los partidos políticos no tienen más restricciones que las impuestas por la ley.

Ese estadio no se ha alcanzado solo con la decapitación de la dictadura de Trujillo. Ha habido que superar golpe de Estado, levantamiento guerrillero, guerra civil, intervención militar estadounidense, represión brutal durante los 12 años en el poder de Joaquín Balaguer, la expedición armada del coronel Francisco Caamaño y otras acciones para gozar de democracia política.

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Pero con todo y los grandes avances, entre los que también cabe destacar la reconciliación nacional, las grandes desigualdades sociales y el astronómico monto de la deuda externa son compromisos que lastran el proceso de desarrollo tras el tiranicidio.

Los políticos, más que nadie, son los que más deben preservar los beneficios del sistema democrático.