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Diccionario del español dominicano

Diccionario del español dominicano

RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com

El “Diccionario del español dominicano”, recién publicado por la Academia Dominicana de la Lengua, con el respaldo de la Fundación Guzmán Ariza, representa un acontecimiento de superior importancia de la que le ve la mayoría de nuestros compatriotas, muchos de ellos ajenos al rol que corresponde al habla para la preservación de la identidad nacional.

Si bien el pueblo dominicano está ocupado en cuestiones que lo empujan hacia el embrutecimiento, este libro habrá de circular adecuadamente, porque está llamado a desempeñar un rol de notable categoría entre quienes hablamos la lengua de Castilla, con las consabidas peculiaridades con las que la condimentamos aquí.

La lengua vino de España, pero cada uno de los veintidós países, más algunos 40 millones de habitantes de los Estados Unidos la retocan y enriquecen a partir de sus respectivas necesidades comunicacionales. La aspiración máxima ha de ser que los aportes de cada comunidad de hablante se unan al caudal léxico del español general, llamado también peninsular.

“La lengua tiene palabras del sistema general y términos propios de la lengua local. Con frecuencia una misma palabra tiene, en el español dominicano (como en el de cada uno de los países que hablan la lengua española) un significado peculiar con la misma validez del léxico primordial. Palabras como guagua, pico o lámina tienen en Chile, Colombia y la República, respectivamente, significados diferentes de los que esos vocablos registran en el diccionario oficial de nuestra lengua”.

Son palabras de Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, en el prólogo del libro.

El Diccionario del español dominicano es la primera obra de esta categoría que se publica en República Dominica, pues no se trata de una simple enumeración de dominicanismos, sino que asume la auténtica estructura y formalidades de un diccionario. Antes se conocieron los trabajos en esta dirección de los académicos Manuel Patín Maceo y Carlos Esteban Deive.

El DED era una vieja aspiración de la Academia Dominicana de la Lengua, cuyo director. Los trabajos estuvieron a cargo de la lingüista María José Rincón, con un equipo de redacción que integraron el propio Rosario Candelier, Fabio Guzmán Ariza y Roberto Guzmán.

Otro equipo trabajó en la lectura de fuentes para localizar términos y formas peculiares de hablar de los dominicanos. Lo formaron: María Dolores Jiménez Oliva, Teresa Melián Escrig, Domingo Caba Ramos y Yolanda Garisoain Iribarren. En la revisión estuvo Ruth J. Ruiz Pérez.

La obra, de 737 páginas, recoge un total de 10,903 lemas y 14,054 acepciones. Además incluye 4,250 frases proverbiales. Se trata de un diccionario descriptivo, no normativo, pero -presumo- mucha gente se sentirá más segura de algunos usos lingüísticos cuando los vea en este libro. El diccionario siempre tiene un carácter de autoridad.

Como el texto no es perfecto, porque es obra de humanos, las críticas vendrán. Y tienen que venir para acercarlo a la deseada perfección. Saludamos con alborozo este hito editorial.

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