El secretario de Estado, Antony Blinken, ha llegado a Beijing con la encomienda de iniciar un proceso de distensión diplomática entre Estados Unidos y China, en medio de desacuerdos que van desde el campo económico, comercial y tecnológico, hasta las ásperas tensiones respecto a Taiwán y la guerra rusa en Ucrania.
Blinken se reunió con su homólogo Qin Gang y con otros altos funcionarios del gobierno chino, en una misión diplomática definida como ciclópea porque la estabilidad del mundo depende de una relación llevadera entre Beijing y Washington.
La administración Biden requiere mejorar el intercambio comercial con China para ofrecer estabilidad a la economía estadounidense de cara a las elecciones presidenciales de noviembre, lo que procura alcanzar sin ceder demasiado en lo relacionado con el estrecho de Taiwán ni con el conflicto ruso-ucraniano.
Aunque luce muy distante la posibilidad de que en lo inmediato se produzca un encuentro entre Biden y el presidente Xi Jinping, la visita de Blinken a China podría dejar atrás un difícil escenario de confrontación entre esas dos superpotencias en los terrenos político y comercial.
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La recuperación de la economía mundial dependerá de una reducción en las tensiones chino-estadounidense, que encrespan al mundo, como cuando la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos visitó a Taiwán.
Se cruzan los dedos a la espera de que Blinken pueda hablar bien el mandarín.